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La posibilidad de que México recupere la categoría uno de seguridad aérea que certifica la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos depende de que las autoridades mexicanas resuelvan los problemas en los protocolos de seguridad.

Es un asunto técnico y que Estados Unidos tiene como facultad soberana exigir a quien quiera usar su espacio aéreo. Así que nada de intereses políticos entrometidos para degradar a México y no regresarle la categoría como dice el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Y a pesar de que este asunto compete al resultado de las auditorías que apliquen a la Agencia Federal de Aviación Civil de México, el gobierno de Washington muestra interés político en que este país recupere esa categoría 1 que perdió hace más de dos años.

Pero en un país como Estados Unidos donde la ley sí es la ley, antes de un giño político de ese tamaño, se tienen que solventar todos los problemas que vieron las autoridades de aviación de Estados Unidos en México.

Claro que en aquel país no gustó, y nada, que se cancelara la construcción del Aeropuerto de Texcoco para parchar la terminal aérea militar de Santa Lucía, pero esa es política interna.

Lo que sí afectó la seguridad de la aviación comercial fue la manera como se rediseñó el espacio aéreo para forzar la convivencia de los aeropuertos de la Ciudad de México, Felipe Ángeles y Toluca. Coincidentemente, por esas fechas se perdió la categoría 1.

Claramente quedó marcado que la falta de inspectores de aviación certificados para otorgar licencias y hasta actos de corrupción bien documentados fueron motivos para la degradación.

La peor parte la ha llevado la industria de la aviación comercial mexicana que no puede extender sus operaciones con el mercado extranjero de viajes más grande de este país.

Y aunque López Obrador acuse que hay un complot político, lo cierto es que La Casa Blanca parece tener disposición para avanzar en este tema. Tanto que vino a México el secretario de Transporte del gobierno estadounidense, Pete Buttigieg, quien es algo más que la máxima autoridad en la materia del transporte.

López Obrador hizo lo que también le aplicó al presidente Joe Biden, llevar a este funcionario a presumirle su aeropuerto de carga en Zumpango, Estado de México.

Pero Buttigieg es algo más. Es un político muy popular en su país que ya en el año 2020 buscó la candidatura demócrata a la presidencia y que, a pesar de que por ahora niega revivir esos intereses políticos, tiene una enorme popularidad entre amplios sectores sociales estadounidenses.

El presidente Joe Biden, 80 años, quiere la reelección, pero ha dado muestras de que la edad le empieza a poner límites.

La realidad es que falta tanto tiempo para la elección presidencial estadounidense, que no se puede dar por sentada la fórmula Biden-Harris para el 2024. Y Buttigieg es un perfil muy interesante.

Por lo pronto, el funcionario de Washington vino a conocer al Presidente mexicano, de paso a Marcelo Ebrard, y seguro que salió con una mejor idea de la forma de hacer política en México en estos tiempos.

El regreso a la categoría 1 es un asunto técnico. La visita de Buttigieg es meramente política.