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Con la baja del índice de precios al productor, parece que no habría razones para que el Banxico hoy suba la tasa de interés.

La inflación durante julio pasado de 0.38% resultó la más alta para un séptimo mes del año desde el 2012 y el Índice Nacional de Precios al Consumidor anualizado de 6.44% es el más elevado en una década para ese periodo.

Sin embargo, antes de cambiar la expectativa de lo que hoy pudiera decidir la Junta de Gobierno del Banco de México respecto a su política monetaria, valdría la pena echarle una mirada a los resultados de la inflación al productor también al cierre de julio pasado.

El Índice Nacional de Precios al Productor que no toma en cuenta los precios del petróleo tuvo un registro anualizado de 5.92%, después de una lectura negativa mensual de 0.25% durante julio.

Estos datos son más parecidos ya a los niveles del año pasado, cuando en términos anuales la inflación estaba en 5.50%, y ni hablar de la lectura del mes de julio del 2016, cuando entonces el incremento fue de 0.47 por ciento.

La gráfica del comportamiento de la inflación al productor marca una caída muy importante desde niveles de prácticamente dos dígitos en este índice general.

Dentro de esta medición al productor hay alguna presión creciente en el sector terciario, que es donde tiene que llegar a tiempo el convencimiento de que la inflación va de regreso. No sólo para que se crean lo que dice el Banco de México, sino para evitar que algún prestador de servicios que decida elevar costos pueda perder mercado en un mercado de precios menos volátiles.

Para la inflación al consumidor vienen los meses de agosto y septiembre, que suelen tener ese componente temporal del aumento en colegiaturas. Sin embargo, hay razones suficientes para confiar en que en la comparación anual pueda finalmente verse ese anhelado techo inflacionario.

Así que con la inflación al productor claramente a la baja y con ese techo en los precios al consumidor, no parece haber razones que se desprendan del reporte del Inegi para creer que hoy sube la tasa.

Además, las presiones cambiarias han bajado considerablemente, los precios del petróleo están en un nivel que no impacta en los precios de los combustibles y la Reserva Federal decretó una pausa veraniega en su ruta de incremento de su propia tasa de interés referencial.

Lo que sí vale la pena esperar con más incertidumbre es el tono del comunicado de la reunión de política monetaria, sobre todo porque debe ser la preparación para la parte final del año, que tiene por delante eventos altamente relevantes, como la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

No hay que perder de vista que una relación tan estrecha como la que tiene México con Estados Unidos tiene impactos en todas direcciones y un cambio brusco en la paridad cambiaria se convierte en automático en un asunto de la mayor importancia para la autoridad monetaria.

Además, cada vez más se calentará el ambiente de la sucesión del gobernador del banco central, Agustín Carstens, ante su inminencia salida a finales del año.

Los mercados no esperan otra cosa que la designación y aprobación de un personaje que esté cerca de ese nivel de calidad e influencia que sin duda tiene el hoy gobernador.