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La unidad de los países de la OPEP con otros, como Rusia, puede ayudar al mercado a hallar equilibrios.

La caja de Pandora que desató el derrumbe de los precios del petróleo la abrió Arabia Saudita por allá del 2014, cuando inundó de hidrocarburos el mercado para tratar de sacar del mercado a los nuevos ricos productores de shale gas de Estados Unidos.

Con toda su capacidad supo perfectamente cómo abrir la llave para influir en el mercado, pero no supo cómo detener la caída. Simplemente el mundo había cambiado y los árabes ya no dominaban el mundo energético como lo hacían hasta los años 80.

La multiplicidad de competidores llevó a un derrumbe hasta el piso en donde todos se disputaban los pocos dólares posibles aumentando su oferta.

Arabia Saudita, dependiente del petróleo como es, tuvo que recomponer sus finanzas internas para sobrevivir. México, otro dependiente fiscal del petróleo, también aprendió a vivir con la escasez de esos ingresos. Y Venezuela colapsó de la mano de un autodestructivo modelo político económico que se rehúsa a abandonar.

Hoy es la propia Arabia Saudita la que busca influir en ese tan fragmentado mercado petrolero para tratar al menos de mantener los precios actuales, quizá con algún ligero aumento por arriba de los 50 dólares por barril.

Las últimas horas han sido interesantes. Los árabes lograron un acuerdo con los rusos para que el país de Vladimir Putin apoye un nuevo recorte que se discutirá en la reunión de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP). Los dos productores más grandes de energéticos del mundo mandan un mensaje de acuerdo y presionan al resto de los socios del cartel para que acepten el acuerdo el próximo 25 de mayo.

Pero al mismo tiempo, los productores de shale gas de Estados Unidos anuncian un aumento de otros 100,000 barriles de crudo al mercado, básicamente para sus propios consumidores.

Los árabes no pudieron derrotar a los nuevos productores estadounidenses por la simple razón de que el tener energéticos suficientes en la producción local se ha convertido en un asunto de seguridad nacional para Washington.

Por eso es que entre los aumentos de la productividad, la nueva tecnología y sobre todo el uso de instrumentos financieros como las coberturas, los productores estadounidenses de gas de esquisto encontraron niveles de resistencia y de ganancia en niveles de precio más bajos.

Sin embargo, la unidad de los países de la OPEP con otros del tamaño de Rusia puede influir para que el mercado encuentre esos anhelados equilibrios.

Claro que también hay factores ajenos a la colusión de los productores que pueden influir de manera drástica en los precios. No será el aumento de la demanda, porque no se ven motores económicos encendidos.

Pero la situación geopolítica puede provocar desórdenes en los mercados energéticos. La tensión más visible es la de Corea del Norte con Estados Unidos y Japón, pero no es la única. Arabia Saudita misma tiene una tensión creciente con Irán y entre los dos concentran muchos barriles de petróleo.

Para México, el equilibrio de los precios es lo más conveniente. Sobre todo cuando ahora sí hay que cuidar como consumidores los precios de los hidrocarburos por aquello de que los mercados al consumidor están regidos por la oferta y la demanda.