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No puede ser un análisis serio el decir que las firmas calificadoras hoy ven mejor a México después del incremento de 20% al salario mínimo.

Si ese diagnóstico presidencial está dirigido a sus seguidores, sirve en la medida en que pronto haya otros resultados que realmente le cambien la suerte al desempeño económico nacional.

Pero si dentro del gobierno están convencidos de que la perspectiva Negativa en la que se ha colocado la calificación de la deuda soberana nacional habrá de cambiar por este incremento, que suena más a decreto que a un aumento en la productividad, podrían cometer un error grave.

Tampoco se puede tomar como una medida del éxito de las políticas públicas en materia económica el nivel de tipo de cambio.

La flexibilidad cambiaria de una moneda tan popular en el mundo como el peso mexicano permite que en su cotización se reflejen muchos eventos internos y externos.

Si el peso fuera esa moneda controlada que solía ser hasta los años 90, entonces la actual condición de estancamiento económico seguro que lo tendría en muy malas condiciones. Claro que hechos tan negativos como la cancelación del aeropuerto de Texcoco sí le pegan a la paridad, pero responde más a hechos externos, como la guerra comercial China – Estados Unidos.

Dólares por debajo de 19 pesos por dólar no son sinónimo de que la economía mexicana va requetebién.

Sí hay que decir que la estabilidad macroeconómica que tiene México es un factor determinante para que la paridad sea estable. Pero debemos tener claro que la salud financiera del país no debe considerarse como una graciosa concesión del gobierno en turno, sino como una obligación permanente de las autoridades financieras mexicanas.

Si la 4T no atiende las causas del estancamiento y no hace los cambios necesarios para, por ejemplo, superar la recesión industrial y para darle la vuelta a los niveles de confianza empresarial e inversión, de poco servirá el aumento al salario mínimo para cambiar la perspectiva de las firmas calificadoras.

En la medida en que el gobierno federal cierre más las puertas a la competencia privada en materia energética y Petróleos Mexicanos no se enfoque en los proyectos verdaderamente importantes, no habrá manera de librarse de una degradación crediticia.

Y, entonces sí, ese peso fuerte que tanto gusta al gobierno se girará para dar paso a elevadas tasas de depreciación.

El 2019 termina con la buena estrella de tener en la bolsa el proceso de aprobación del T-MEC, “haiga sido como haiga sido”, con la suerte de que China y Estados Unidos tienen un acuerdo en principio para superar su guerra comercial y con un poco de tiempo comprado con el tema del Brexit.

Pero en lo interno las condiciones no son nada para presumir y eso es indispensable que lo tenga claro el gobierno para que en las medidas económicas que adelantan que van a tomar a principios del año se favorezca el crecimiento, pero se cuide la estabilidad macroeconómica.