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La banca italiana arrastra varios años de pésimos resultados. En su desempeño se refleja el estancamiento de la economía italiana y la mala gestión del riesgo.

El eslabón más débil de la cadena europea está en Italia. Sus bancos tienen una cartera vencida de 360 mil millones de euros, equivalente a 18 por ciento de la cartera total. Estaban en una situación muy precaria, pero el Brexit los ha colocado al borde de la quiebra: ha hecho caer las acciones de los principales bancos entre 15 y 30 por ciento en tres días.

¿Será la banca italiana la primera víctima del Brexit? Plantearlo así es convertir a los electores británicos en autores de un crimen que quizá no cometieron: la banca italiana arrastra varios años de pésimos resultados. En su desempeño se refleja el estancamiento de la economía italiana y la mala gestión del riesgo: tienen la tercera mayor exposición a Grecia.

El Brexit no ha hecho sino desencadenar una nueva fase de una profunda crisis. El riesgo de quiebra de algunos de los bancos italianos es real y se ha agudizado con el desplome bursátil, en la medida en que les hará imposible conseguir capital en los mercados. El problema es que estamos hablando de entidades enormes. Dos de ellas están consideradas por su tamaño como susceptibles de generar un riesgo sistémico en el mapa financiero europeo. Se trata del Unicredit y el Sanpaolo, el banco “vivo” más antiguo del planeta. El primero tiene activos valorados en 838 mil millones de euros. El segundo suma activos por 639 mil millones de euros.

El primer ministro italiano, Matteo Renzi, prepara un programa de rescate de sus bancos que contará con una inyección de dinero público de 40 mil millones de euros, una cifra parecida a la que se utilizó en el Fobaproa. Queda por definir algunos “detalles”. No está claro si habrá una estatización de la gestión de los bancos rescatados, ni tampoco se ha definido el porcentaje que perderán los accionistas actuales de las entidades financieras.

El país que inventó la banca también inventó una palabra para describir la quiebra de una entidad: bancarrota. Deberá tomar prestado un vocablo para describir un rescate exitoso. A la cabeza viene el TARP, el programa de salvamento lanzado por la administración Obama luego del estallido de la quiebra de Lehman Brothers, en el 2008. Un problema adicional para Italia es que sus bancos ya han tenido “rescates” en los últimos años. El BCE ha entregado más de 16 mil millones de euros a tasa cero a Unicredit y Sanpaolo. El gobierno italiano ya creó también un banco “malo”, llamado Atlante, para que las entidades emproblemadas transfieran a ese banco sus activos tóxicos.

¿Podrá un salvavidas de 40 mil millones de euros hacer el milagro? Ésa es la apuesta de Matteo Renzi. La cantidad comprometida en el rescate parece enorme, pero apenas cubre 11 por ciento de la cartera vencida. Será tan irrelevante como los otros programas instrumentados, a menos que Italia recupere la senda del crecimiento. Ése es el problema toral: el Brexit traerá una desaceleración económica. Si Europa cae en recesión, como pronostican los analistas más cargados de pesimismo, vendrá una ola de quiebras bancarias. En ese rubro, Italia está a la cabeza de la lista, pero no está sola. La interconexión de los sistemas financieros hace a los analistas hablar de un efecto dominó que estremecería el mapa europeo de la banca. Por eso, es tan importante que funcione el salvavidas que está por lanzar Renzi.

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