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Las tasas de interés en Estados Unidos han tenido movimientos muy importantes a lo largo de toda la curva desde que la Fed comenzó a elevar la tasa de fondeo, en marzo del 2022.

Entre marzo de 2022 y junio de este año, la Fed incrementó la tasa de fondeo de un rango inicial de 0-0.25% hasta el nivel actual de 5.25-5.50 por ciento. Entre marzo del 2022 y el cierre de ayer, la tasa del bono del Tesoro a dos años subió de 1.50 a 4.88%, tocando un máximo de 5.22% el pasado 19 de octubre.

En la parte larga de la curva, la tasa que paga el bono del Tesoro a 10 años se ha incrementado de 2.00 a 4.40% en el mismo periodo, también tocando un máximo de 4.99% el 19 de octubre.

Como es evidente, la tasa que paga el bono a dos años es actualmente más alta que la que paga el bono a 10 años. Esta situación, que comenzó a principios de julio de 2022, se ha mantenido durante los últimos 17 meses.

Históricamente, la curva de tasas de interés tiene una pendiente positiva, es decir, las tasas de corto plazo suelen ser menores a las tasas de largo plazo. Esto sucede porque, en teoría, el riesgo de prestar dinero a largo plazo es mayor que el de corto plazo y por lo tanto los inversionistas requieren un retorno más alto.

Sin embargo, históricamente siempre ha habido algunos periodos en los que la curva de tasas no tiene una pendiente positiva.

En algunas ocasiones, la curva se aplana, es decir, que las tasas de corto y largo plazo son similares. En otras ocasiones, la curva se invierte, es decir, que las tasas de corto plazo son más altas que las de largo plazo.

Una curva invertida es un fenómeno poco común y que tradicionalmente ha sido un presagio de recesión. Un estudio de la Fed de San Francisco publicado en el 2018, revela que las nueve recesiones ocurridas en Estados Unidos entre 1955 y 2018 fueron precedidas por una inversión en la curva de tasas.

Asimismo, el estudio muestra que, con la excepción de un falso positivo a mediados de la década de los 60, cada episodio significativo de inversión de la curva ha sido seguido por una recesión.

La última vez que la curva de tasas se invirtió fue en el 2019 y en menos de un año la economía estadounidense estaba en recesión. Sin embargo, dicha recesión no fue de carácter cíclico ya que fue precipitada por un choque exógeno con la llegada de la pandemia.

Antes del episodio del 2019, la última vez que la curva estuvo invertida fue en 2006 y 2007. En esos años, la curva estuvo invertida durante varios meses y la economía estadounidense entró en recesión en la segunda mitad del 2008.

En esta ocasión, la curva lleva invertida casi 18 meses, aunque en los últimos cinco meses la curva se había venido aplanando.

Durante este 2023, la diferencia entre la tasa del bono a 2 años y la del bono a 10 años llegó a ser de poco más de un punto porcentual en marzo y nuevamente en julio. Sin embargo, a partir de principios de julio, poco después del último aumento en la tasa de fondeo de la Fed, el diferencial de tasas fue disminuyendo hasta tocar un mínimo de 0.15 puntos porcentuales, el 19 de octubre.

Esta disminución en el diferencial se dio principalmente por un alza en la tasa del bono a 10 años y en mucho menor medida por una baja en la tasa del bono a dos años.

Sin embargo, a partir del 19 de octubre, la tasa del bono a 10 años ha tenido una importante caída (de 5 a 4.4%), mientras que la tasa del bono a 2 años ha tenido un ajuste un poco menor. Como consecuencia, el diferencial entre la tasa de corto plazo y la de largo plazo se ha vuelto a ampliar hasta 0.45 puntos porcentuales.

Sin embargo, son muy pocos economistas los que anticipan una recesión. No obstante, la gran mayoría de los especialistas coincide en que la economía de Estados Unidos entrará en una fase de desaceleración.

En este contexto, el mercado ha comenzado a descontar una trayectoria más agresiva de recortes en la tasa de fondeo para el 2024 que en la opinión de este columnista podría ser prematura.

La inflación ha bajado considerablemente como resultado del endurecimiento de la política monetaria y a pesar del fuerte dinamismo del mercado laboral y la actividad económica. Sin embargo, es muy probable que los niveles de inflación subyacente para los próximos meses sigan siendo superiores a la meta de la Fed.

Esto podría ponerle piso al fuerte movimiento a la baja que han tenido las tasas de largo plazo en las últimas semanas.

Será muy interesante ver si en la decisión del 13 de diciembre, la Fed mantiene su guía con menos recortes a los esperados por el mercado para el 2024 o si se alinea con el consenso de expectativas.

Adicionalmente, habrá que estar atentos a posibles cambios en el ritmo de reducción del balance de la Fed. De darse un incremento importante en el monto de reducción, podríamos ver un rebote en las tasas de largo plazo, lo cual a su vez podría contribuir a la desinversión de la curva de tasas.