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Si usted es uno de los suertudos que salió de vacaciones la semana pasada, podrá entender muy bien por qué los precios de los paquetes turísticos, los hoteles, los boletos de avión y cualquier otro servicio relacionado con viajar fueron los precios que más subieron a principios de este mes. Pero incluso si se quedó en la ciudad y gozó de las calles vacías, también notó que fueron millones los que estuvieron dispuestos a pagar un precio más alto para salir de paseo durante las vacaciones de Semana Santa.

Ya veremos cómo en el reporte inflacionario del próximo mes algunos de los precios que más habrán de bajar serán precisamente aquellos que tienen que ver con los viajes.

Y es que así son los precios de temporada, tienen estas variaciones propias de la oferta y la demanda, lo cual es deseable en una economía de mercado.

El Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) es el bosque completo de la inflación, es el dato popular, es la referencia macroeconómica que tiene una meta pública por parte del Banco de México (Banxico). Es el indicador más importante de los precios, pero no el único.

La inflación subyacente es un índice que aísla los productos que no tienen variación en sus precios por temporadas, variaciones en los mercados internacionales o decretos gubernamentales. Esos precios volátiles encuentran su club en el índice de precios no subyacente, ahí caben desde los jitomates, las colegiaturas o los precios de la electricidad y las gasolinas.

Justamente hay que aprender a leer el índice no subyacente de la inflación con esa volatilidad que tiene. Por ejemplo, la quincena pasada los precios de los paquetes turísticos subieron 13% y las cebollas bajaron 15 por ciento. Los limones subieron 18% su precio, pero los nopales bajaron 18 por ciento. En fin.

Lo que hay que ver con mucha más atención en estos tiempos es la inflación central, la core inflation mexicana, justamente, la inflación subyacente.

Y hay que darle marcaje personal porque el Banxico ya puso en el radar el comportamiento de los precios derivado de la depreciación del peso frente al dólar. Hay que recordar que el aumento de la tasa de interés de referencia de febrero pasado a 3.75% fue para contener los efectos devaluatorios en los precios.

Así que a la inflación general anualizada de 2.71% es una gran noticia. Presumir que fue inferior a lo que esperaba un puñado de analistas es propaganda. Lo que hay que seguir atentamente son subíndices, como el de las mercancías no alimenticias, que presenta ya una inflación anualizada de 3.26%, a diferencia de 2.28% de un año antes o de 1.44% de la medición anualizada de hasta el cierre de la primera quincena de marzo del 2014.

Los precios de los automóviles han hecho su aparición habitual en la lista de los mayores aumentos quincenales en lo que va del año y muchas de las frutas que han subido sus precios en 22% en términos anuales deben sus precios altos a que se cotizan en dólares.

Está claro que la inflación no es un problema para la economía mexicana, al contrario. Pero hay que poner la lupa en los lugares correctos para tomar un buen pulso a los precios en la economía mexicana.