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Los dólares arriba de 15 pesos y la inflación en mínimos históricos. Vaya que tiene razones de sobra el gobernador del Banco de México (Banxico), Agustín Carstens, para congratularse del comportamiento maduro de la economía nacional.

Sin embargo, esto podría también ser el anticipo de que tanta holgura es producto de un mercado interno verdaderamente afectado en su poder de compra.

La inflación al cierre de marzo pasado se ubicó en 3.14% en términos anualizados. Y si subió del 2.97% que se tenía con los datos parciales del mes pasado a este dato arriba de 3% fue más por la culpa del jitomate, la gasolina de la frontera o de los paquetes vacacionales de Semana Santa que por la depreciación de la moneda.

Y esto queda claro al revisar la inflación subyacente, que quita esos precios volátiles de productos agropecuarios y energéticos, que se ubicó en 2.45% en su comparación anual. Para más detalle está el subíndice de las mercancías no alimenticias con una variación anual de 2.28 y de 0.26% durante el mes de marzo de los dólares de a 15.

La inflación baja es más fácil de lograr cuando la demanda está deprimida. Si los consumidores no compran, los comerciantes no se atreven a subir sus precios por la posibilidad de perder las pocas ventas que tengan.

Si bien es cierto que el mercado interno ha sido el gran ausente de la recuperación económica, también lo es que el pasado mes de marzo ya luce algunos datos sobresalientes de recuperación del mercado doméstico.

Hasta ahora tenemos datos de consumo al menudeo de Walmart, que reportó un incremento en sus ventas a tiendas iguales de 4.5% en marzo pasado. El resto de las cadenas minoristas reportan sus ventas el lunes a través del índice de ventas mensuales de la Asociación Nacional de Tiendas Departamentales y de Autoservicio.

La venta de autos en el mercado interno también está en un momento dorado. De acuerdo con datos de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores, el mes pasado se colocaron en el mercado interno casi 105,000 unidades nuevas, lo que confirma una tendencia de alza con la venta de más de 306,000 automóviles durante el trimestre pasado. Esto es algo no visto en una década.

Los buenos datos de marzo no confirman, sin embargo, que pueda aumentar la actividad comercial. Es como aquélla de una golondrina y el verano.

Hay más empleo, un ligero repunte en los ingresos; hay más disponible por remesas y un pequeño repunte en la confianza de los consumidores, pero nada contundente aún, nada extendido entre la mayoría de la fuerza laboral.

Hasta ahora es apenas el cruce de caminos entre el inicio de lo que parece una recuperación del mercado interno más sostenida y una paridad castigada por un superdólar de Estados Unidos.

La combinación fatal sería un mercado de consumidores deprimidos, pero con una confianza de los vendedores como para trasladar las presiones cambiarias a sus precios. Será entonces cuando el Banxico tendría que poner orden a través de su política monetaria.

Hasta hoy, el banco central ha servido de cadenero en el mercado cambiario para evitar las estampidas contra el peso, pero no ha tenido necesidad de dar manotazos en la mesa para mantener el poder de compra del peso.