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Sin esta piedra en el zapato, los republicanos pueden avanzar en el diseño y aprobación de una reforma fiscal que ofrezca incentivos

Entre las grandes cadenas minoristas, y no pocas empresas del sector agropecuario y hasta sectores como el joyero, lograron convencer a los congresistas

Este mes inician las renegociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lo que obviamente concentra la atención de muchos agentes económicos que siguen con mucha reserva cuál será la actitud estadounidense respecto al futuro del acuerdo trilateral.

En lo que llega ese primer encuentro en un par de semanas, hay otros temas que siguen en proceso de definición en estos tiempos de la relación del gobierno de Donald Trump con México.

Está claro que el actual presidente estadounidense se va a quedar muy lejos de todas las promesas y amenazas que lanzó durante su campaña y los días previos a su toma de posesión.

En asuntos clave como el sistema de salud, no tiene siquiera el apoyo de todos los legisladores de su partido.

Y como una cosa lleva a la otra, sin un ahorro en el gasto social, a través de desmantelar el Obamacare, no hay forma de tener un buen margen presupuestal para impulsar su agresiva reforma fiscal que incluye drásticas disminuciones impositivas para las empresas.

Por lo pronto y tan importante para México como la renegociación del TLCAN, los republicanos echaron para atrás la semana pasada la posibilidad de aplicar un impuesto fronterizo que se antojaba como una barrera proteccionista para las importaciones.

El Border Adjustment Tax (BAT) encarecería cualquier producto importado, lo que evidentemente corre en contra de las exportaciones mexicanas. Pero los principales afectados eran los estadounidenses, tanto cadenas empresariales como consumidores.

Esta iniciativa que retiraron los republicanos es una gran noticia para el futuro comercial de México con Estados Unidos, incluso si se cancelara por completo el TLCAN. Pero el partido en el poder no lo hizo como un guiño a los importadores, sino por el cabildeo intenso de muchos sectores estadounidenses que serían altamente afectados.

Entre las grandes cadenas minoristas y no pocas empresas del sector agropecuario y hasta sectores como el joyero lograron convencer a los congresistas republicanos de que ese impuesto resta competitividad a los empresarios locales y de paso podría restar votos a ese partido político.

Sin esta piedra política en el zapato, los republicanos pueden avanzar en el diseño y aprobación de una reforma fiscal que básicamente incluya incentivos a la producción y eventualmente a las personas físicas de altos ingresos para motivar su consumo.

Tienen como un problema mayor el ajuste de las cuentas públicas, porque sus planes de rebaja de ingresos fiscales deberían contar con una disminución en los gastos, algo que no han logrado hasta ahora.

Al contrario, en el presupuesto enviado por Donald Trump para el año fiscal 2018 hay incrementos notables en rubros como el militar, sin descuentos que compensen esos aumentos.

Una baja en los ingresos tributarios y un aumento en el gasto de infraestructura y de gasto militar es una fórmula perfecta para una futura crisis, en un país que ya está en sus niveles tope de deuda.

Independientemente de que desequilibrios fiscales puedan generar un problema en el futuro, por lo pronto la cancelación del BAT es una gran noticia para México que no debe pasar inadvertida por esperar con tantas ansias las negociaciones del TLCAN.