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Cuando el viernes pasado conocimos el dato de la inflación, que en su medición general se ubicó en 7.36%, no faltó quien lo viera como un respiro cuando los pronósticos apuntaban a un incremento anual de más de 7.45 por ciento.

No hay tal tregua inflacionaria, hay que atender lo que sucede con la inflación subyacente que no ha dado tal respiro y es la que marca la tendencia a largo plazo. Sin embargo, generalizar un discurso de que la inflación ya está bajando tiene otros efectos psicológicos y políticos que sí son deseables.

La confianza entre los consumidores de que puede bajar la inflación ayuda más a los objetivos de la política monetaria que el tener un ambiente generalizado de altas expectativas inflacionarias.

Entre los expertos y entre los que toman decisiones no hay tal cosa de una tregua o un alivio por la baja en el componente no subyacente de la inflación. Los precios volátiles no son el mejor indicativo para observar la trayectoria de todos los precios.

En cambio, la inflación subyacente sí refleja comportamientos más estructurales y esa inflación en el corazón de los precios mantuvo presiones al cierre del año pasado.

Pero, hacia afuera de los que analizan el fenómeno del comportamiento de los precios y de aquel círculo autónomo que toma decisiones en materia de política monetaria, no está tan mal que se pueda concebir que hay un respiro en la inflación.

Y más en estos tiempos en que esa necesidad de ser siempre popular y querer controlarlo todo ha llevado al presidente Andrés Manuel López Obrador a meterse en los terrenos de la política monetaria que no le tocan.

Es desafío de mi gobierno bajar la inflación, dijo el Presidente para después medir los incrementos en los precios en términos sexenales.

México presentó una de las caídas económicas más importantes de la crisis mundial por Covid-19 y ahora tiene una de las tasas inflacionarias más altas entre principales socios comerciales.

Hay muchas políticas económicas internas que sí han agravado la mala condición económica del país, pero la recesión del 2020 y la inflación actual sí son fenómenos mundiales.

Y como uno de esos factores de incertidumbre local está la gran interrogante sobre qué es hoy el Banco de México. Urge saber y pronto si será ahora un instrumento del gobierno de López Obrador para cumplir con ese desafío de bajar la inflación.

O bien se mantiene como esa entidad autónoma que tiene como mandato, prácticamente único, mantener el poder de compra de la moneda, independientemente de los pronunciamientos políticos del gobierno federal en turno.

Falta exactamente un mes para conocer la siguiente decisión de política monetaria de la Junta de Gobierno del Banco de México. Pero el tema inflacionario está en la opinión pública y en la agenda propagandística del presidente López Obrador.

Es por ello importante que como parte de un mensaje de refrendo de la credibilidad del Banxico su nueva gobernadora Victoria Rodríguez Ceja deje ver claramente el nivel de independencia, o no, que tendrá de López Obrador quien sin ningún reparo ya le giró instrucciones para que el banco central también impulse el crecimiento.

¿Queremos un verdadero respiro para la inflación? Urge escuchar a una autónoma gobernadora Rodríguez Ceja.