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A ese mantra del presidente Andrés Manuel López Obrador de mantener las finanzas públicas sanas y no endeudar más a México le falla un verso y ese es Petróleos Mexicanos.

La mala condición financiera de la petrolera, la más endeudada del mundo, combina muy mal con la obsesión ideológica de hacer del petróleo, como en el pasado, el eje de un desarrollo estatizado que haga a “México grande otra vez”.

La mejor descripción de lo que sucede con la empresa petrolera es aquella anécdota de lo que sucedía con la economía mexicana en el cambio de administración entre Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo.

Dicen las crónicas políticas que el gobierno entrante le reclamaba a los ex funcionarios del gobierno de Salinas que por qué les habían dejado la economía prendida de alfileres y que la única respuesta que encontraron fue que para qué se los quitaron.

Así recibieron Pemex los de la 4T, pero queda claro que no sólo le quitan los alfileres, sino que, además, le cargan un peso del tamaño de construir una inútil refinería en los pantanos de Tabasco. Los planes imaginados para la petrolera en el arranque de este gobierno están fallando y eso le puede costar la calificación crediticia al país.

El presidente López Obrador imaginó, más que un cálculo fue imaginación, que Pemex podría llegar a 2.2 millones de barriles diarios de producción y con ello tendría materia prima suficiente para refinar todas las gasolinas que consume el país y recursos suficientes para sanear sus finanzas.

La realidad es que la producción de crudo de Petróleos Mexicanos se ha ubicado en torno al 1.6 millones de barriles diarios. No sólo son menos ingresos sino también más requerimientos financieros para construir la refinería de Dos Bocas y tratar de comprar la refinería de Deer Park, en Texas.

Pemex ya perdió el grado de inversión y su calificación crediticia se mantiene a nivel de papel basura. Las colocaciones que ha hecho recientemente la petrolera en los mercados de capital son a tasas muy altas que atraen a algunos inversionistas básicamente por el aval del gobierno mexicano que tiene esa deuda.

Los pasivos de Pemex no dejan de crecer y las transferencias de recursos públicos para pagar las deudas han crecido de forma descomunal muy por arriba de lo contemplado en el presupuesto de egresos vigente para este año.

Lo que básicamente sostiene a Pemex es el gasto público y eso pesa mucho en el ánimo de los mercados.

Hoy que se presenta el Paquete Económico para el 2022, uno de los rubros más importantes será el de la inversión financiera en el sector energético, destacadamente en Pemex.

Ya confirmó López Obrador que respaldarán a Pemex y que no se mueve su agenda energética-ideológica. Pero hay que ver si esa enorme bolsa de recursos viene acompañada de decisiones estratégicas en la conducción del sector energético bajo la óptica que tenga el secretario de Hacienda Rogelio Ramírez de la O.

Porque, lo que hoy ya está en juego con la condición financiera de Pemex, es la calificación crediticia de todo el país y con ella la estabilidad de las finanzas públicas y la deuda gubernamental.

Oro negro, sin brillo
Expectativas

Se esperaba que Pemex generara una producción de 2.2 millones de barriles diarios, suficiente para refinar todas las gasolinas que consume el país y recursos suficientes para sanear sus finanzas.

Realidad

La producción de crudo de Pemex se ha ubicado en torno a 1.6 millones de barriles diarios. No sólo son menos ingresos sino también más requerimientos financieros para construir la refinería de Dos Bocas.

Sin atractivo

Pemex ya perdió el grado de inversión y su nota crediticia se mantiene a nivel de papel basura. Las colocaciones que ha hecho recientemente en los mercados de capital son a tasas muy altas.