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Ayer se dieron anuncios muy importantes de política monetaria y fiscal por parte del Banco de México (Banxico) y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), respectivamente. En el caso de Hacienda, las medidas tomadas para recortar el gasto público eran ampliamente esperadas, ya que el titular de la dependencia, Luis Videgaray, había mencionado en varios foros la necesidad de una medida de este tipo para mantener sanas las finanzas públicas.

El recorte en el gasto público anunciado para este 2016 equivale a 0.7% del Producto Interno Bruto (PIB) y se concentra principalmente en Petróleos Mexicanos (Pemex). Al igual que en el 2015, la fuerte caída en los precios del petróleo ha obligado al gobierno a ajustar el presupuesto.

A pesar de contar con coberturas para proteger los ingresos fiscales provenientes del petróleo, el hecho de que el pago de la cobertura se realiza hasta finales de año y la altísima probabilidad de que el nivel de precio del barril de petróleo para una eventual cobertura para el 2017 seguramente estará muy por debajo de 49 dólares —nivel de la cobertura para el 2016— prácticamente obligaron al gobierno a realizar el ajuste.

Por otro lado, el Banco de México realizó una reunión no programada de política monetaria en la que incrementó la tasa de interés de referencia en medio punto, de 3.25 a 3.75 por ciento. Aunque algunos observadores de mercado ya habían destacado la necesidad de un cambio en la política monetaria ante la fuerte depreciación del tipo de cambio y un inminente deterioro en las expectativas de inflación, este anuncio fue relativamente sorpresivo, ya que Banxico no tenía programada su siguiente reunión de política monetaria hasta el 18 de marzo.

La medida tomada por Banxico fue un paso en la dirección correcta, que muy probablemente sea seguido de por lo menos uno o dos incrementos adicionales de un cuarto de punto. Aunque la inflación de los últimos 12 meses se encuentra aún cerca de mínimos históricos, el comportamiento de los precios en la segunda mitad de enero comienza a reflejar una transmisión de la depreciación del tipo de cambio a los precios de algunos bienes.

Adicionalmente, el índice de precios al productor refleja ya un incremento sustancialmente superior al de la inflación. Esto quiere decir que el encarecimiento de algunos insumos, debido a la depreciación del peso frente al dólar, ha sido principalmente absorbido por los productores, hasta ahora.

Sin embargo, el hecho de que la tendencia de depreciación del peso frente al dólar acumule ya más de 12 meses indica que es cuestión de tiempo para que el incremento en los precios al productor comience a reflejarse de manera más pronunciada en la inflación. Aun asumiendo que el encarecimiento de algunos insumos cotizados en dólares no traiga consigo una contaminación en la formación de otros precios, se antoja muy difícil que la inflación se mantenga dentro de la meta de Banxico sin medidas como la que se tomó.

Vale la pena recordar que la inflación en el 2015 tuvo un comportamiento muy favorable por el impacto de una sola vez de la reducción de precios de algunos bienes y servicios —como la telefonía fija y celular— que no se repetirá en el 2016.

Las medidas anunciadas constituyen un paso en la dirección correcta para mantener la estabilidad económica de nuestro país. Aunque éstas sin duda tendrán un costo en términos de crecimiento económico, la realidad es que no había mucho espacio para hacer algo diferente. Si acaso, algunos observadores se preguntan por qué estas medidas no se tomaron con anterioridad.