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Hay insistencia tanto en la cancillería como en la Secretaría de Economía de que la vida sí existe después del tratado de libre comercio

Ese mismo presidente que se olvida de la desgracia que vive Puerto Rico, tras el paso del huracán María, y concentra sus esfuerzos en regañar a los jugadores de la NFL es el mismo que tiene entre sus facultades terminar con el carácter tripartito del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Con la misma ausencia de sentido común con la que aborda tantos temas tan delicados puede mandar al diablo las negociaciones y sacar a Estados Unidos del acuerdo.

Lo bueno de que Donald Trump pierda su tiempo regañando a Jerry Jones, dueño de los Dallas Cowboys, es que tiene toda su atención tuitera puesta en su infantil berrinche en contra de los jugadores-manifestantes de la liga nacional de futbol de Estados Unidos.

Lo malo es que la delegación estadounidense que se sienta a la mesa de las negociaciones lleva al pie de la letra la visión poco informada y furibunda de su jefe el presidente.

Hasta ahora, la tercera ronda de negociaciones entre México, Estados Unidos y Canadá para renegociar el TLCAN ha sido la más complicada, tanto que muchos se fueron de Ottawa, Canadá, con la pregunta de si se volverán a ver en Washington en octubre próximo.

El tercer encuentro de los negociadores dejó enormes cráteres en las mesas de discusión que parecen alejar de manera significativa las posturas en temas clave como reglas de origen, solución de controversias y un intento de trato preferencial a la nación más favorecida.

El gobierno de Donald Trump mantiene la idea de que sus socios deben ver como un privilegio, como una graciosa concesión, el que tengan acceso a ese mercado. Y desde ese intento, muy al estilo egocéntrico de Trump de ver a los demás hacia abajo, buscan imponer condiciones que no corresponden a una relación entre iguales.

Hay que estar preparados para que en cualquier momento llegue ese temido tuit de Trump donde anuncia su salida del acuerdo comercial.

Para ello, las autoridades mexicanas han tratado de preparar el terreno. Sin sonar derrotados en la actual negociación, pero note como hay insistencia por parte de la cancillería y la Secretaría de Economía sobre la vida que sí existe después del TLCAN.

Nos debe quedar la certeza de que las autoridades mexicanas no van a aceptar un trato discriminatorio que no otorgarían las reglas que sin TLCAN aplicarían por ser ambos integrantes de la Organización Mundial de Comercio.

Es evidente que el impacto financiero de la finalización del acuerdo comercial sería fuerte, quizá desproporcionado en un primer momento. Pero al paso de las semanas podría retomar su nivel el dólar y otros indicadores que se descompongan de manera inicial.

Tras la ronda tres de renegociación del TLCAN parece que hoy es menos ocioso que nunca decir que sí hay vida después de ese acuerdo y que hay que tener a la mano todos los protocolos de contingencia en caso de que Estados Unidos decida en poco tiempo dar por concluida su participación.

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