Elecciones 2024
Elecciones 2024

No se confundan: no es un asunto de nacionales contra extranjeros, ni de honestidad contra corrupción. El asunto es más simple y está a la vista de todos: Petróleos Mexicanos no sabe qué hacer con el combustóleo que produce y le sobra. Rocío Nahle y Manuel Bartlett entran al rescate con un plan que implica un retroceso de 20 años, incluyendo daños al medio ambiente, la salud y el erario.

Desde la Secretaría de Energía se cambiaron las reglas del juego para que se despache primero la electricidad producida por la Comisión Federal de Electricidad (CFE). No importa que la generada con combustóleo valga 138 dólares por megawatt hora, frente a 67 dólares promedio que cuesta la electricidad producida con aire, sol o biomasa. Del Cenace no se preocupen, se ha convertido en un actor de reparto, un organismo incapaz de oponerse a la voluntad de la poderosa secretaria Nahle, ni siquiera cuando el sentido común lo exige.

De cada barril de petróleo que se refina en México, 30% termina como combustóleo. Éste es un residuo, cargado de tóxicos, entre los que destaca el azufre. En el pasado, el combustóleo fue muy utilizado para generar electricidad, pero en la última década fue sustituido por el gas natural, más barato y menos contaminante. Del 2013 a la fecha, también ganó terreno al combustóleo la electricidad producida por fuentes renovables. El resultado de esta sustitución es que la Comisión Federal de Electricidad redujo sus costos y sus emisiones contaminantes.

Hasta el año pasado, el combustóleo se empleaba también como combustible para embarcaciones. Por su alto poder contaminante, fue prohibido a partir del 2020.

El combustóleo perdió gran parte de su mercado porque pertenece al pasado, como don Fidel Velázquez, los Ford LTD y los chistes del Loco Valdés. No deberíamos extrañar a ese residuo porque es muy dañino. El uso de combustibles con altos contenidos de azufre está asociado al cáncer de pulmón, según la Organización Mundial de la Salud. En noviembre pasado, la senadora por Morena Lucía Trasviña Waldenrath habló en tribuna de las nubes tóxicas provocadas por el combustóleo. Advirtió del riesgo que significan para personas con enfermedades previas, niños menores de cinco años y adultos de entre 50 a 75 años. Exhortó a la Comisión Federal de Electricidad a que reduzca el uso de combustóleo. A la senadora, obviamente, no le hicieron caso, lo mismo que a los expertos en medio ambiente.

¿A quién le toca responder? El director de Petróleos Mexicanos, Octavio Romero, no quiere resignarse a dejar de vender algo que en otro momento era un producto estrella. Hubo tiempos en los que vendía más de 150,000 barriles de combustóleo diarios. En el primer bimestre del 2020, sólo vendió 43,900 barriles diarios. Si se incrementa el volumen de refinación, tendrá más combustóleo sin acomodar, porque el crudo mexicano contiene mucho azufre.

La secretaria de Energía y el director de la CFE no han dado respuesta puntual a los cuestionamientos sobre la estrategia de revivir el uso de combustóleo. Por respuesta puntual, me refiero a lo básico. ¿Por qué usar un combustible que es más caro, contamina más y hace más daño? En vez de eso, tenemos una argumentación que quiere llevar el tema a otro terreno: es una decisión nacionalista y una respuesta legítima frente a los abusos de las empresas, en contra de la Comisión Federal de Electricidad. El argumento es curioso, entre otras cosas, porque no presentan denuncias puntuales contra los responsables de actos de corrupción que “vulneraron” a la CFE. Llama la atención que hablan como si al único ente nacional que vale la pena defender fuera la CFE. ¿Quién defiende la salud de las personas que viven cerca de las plantas de la Comisión Federal de Electricidad que operan con combustóleo? ¿quién responde por los mayores costos de trabajar con este residuo en vez de usar alternativas más limpias? Me refiero a costos económicos, pero también a costos medioambientales y de salud: costos humanos. ¿dónde está la economía moral?