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México es, junto con Uganda, el país que menos estímulos económicos aplicó frente al Covid-19, según el FMI. En una lista de 84 países no nos parecemos a los europeos ni a los latinoamericanos, sino a un país africano. El total de los recursos empleados por el Gobierno mexicano es menor a 1% del PIB, según el FMI. Podría llegar hasta 1.1% del PIB, de acuerdo con cifras de la CEPAL. De cualquier modo, son bajísimas.

¿Cuál es el problema con gastar tan poco? Abrir la cartera en un año de crisis sirve para mitigar el daño económico en algunos sectores y para aliviar las penurias de personas, hogares y empresas. El PIB cayó alrededor de 9 por ciento. Se perdieron 647,000 empleos formales en 2020, según el IMSS. Alrededor de 1 millón 10,000 empresas cerraron, de acuerdo con un balance preliminar de una encuesta del Inegi. Es imposible saber cuántos empleos y empresas se hubieran salvado, si México hubiera gastado 5% del PIB, como Argentina; 15% como Perú y Brasil o 20%, como la República Checa

¿Cuál es la ventaja de haber sido tan “ahorradores”? México no contrajo deuda y mantuvo una posición fiscal equilibrada. El gasto público se contuvo y los ingresos tributarios se comportaron extremadamente bien, considerando que la economía tuvo su mayor caída desde 1932. El problema con el gasto, es que además de ser pequeño ha sido de baja calidad: se destina a “salvar” a Pemex y a financiar los proyectos faraónicos del Presidente. Las transferencias a grupos vulnerables son una buena idea. La ausencia de reglas de operación le resta eficacia y credibilidad.

Los críticos de la estrategia del Gobierno advierten que los efectos más negativos se dejarán sentir en el 2021. Pronostican que los países que más invirtieron en 2020 tendrán más posibilidades de recuperarse en los próximos años. Sus pronósticos están basados en las experiencias de otras crisis globales, como la de 1929; la que produjo el Efecto Tequila en 1994 y la que comenzó con la quiebra de Lehman Brothers en 2008.

¿Le irá mejor a los países que gastaron más en 2020? Es muy pronto para decirlo. La experiencia de otras crisis sirve como referencia, pero no equivale a una profecía. Hay otros factores, además del tamaño de los estímulos fiscales que cada país aplicó. Cuentan mucho las características de cada economía. En esta crisis, los países más vulnerables son los que dependen en demasía del turismo. Ese es el caso de España, que sufrió una mayor caída que México, a pesar de haber aplicado estímulos superiores al 10% del PIB.

México tiene un sector turismo enorme, equivalente al 8.8% del PIB. En contrapartida, tiene la ventaja de estar integrado a la economía de Estados Unidos. Eso significó una rápida recuperación de la actividad manufacturera, gracias a las exportaciones; una expansión sin crisis del sector agroalimentario y una sorpresa positiva: cientos de miles de mexicanos residentes en Estados Unidos recibieron apoyos fiscales, por parte del Gobierno de Trump. Esto último se vio reflejado en el incremento de las remesas.

¿Qué sigue? El Presidente afirma que lo peor ya pasó. Somos muchos los que pensamos que no es así. La llegada de la vacuna no es suficiente para garantizar la recuperación. Queda por ver la efectividad de la vacunación, en México y Estados Unidos. Queda mucho por hacer para remediar los daños que dejó el covid y para restaurar la confianza de los consumidores e inversionistas. ¿Volverán los consumidores a los restaurantes, los hoteles y el pequeño comercio? ¿La inversión privada podrá rebotar, a pesar de la hostilidad de personajes clave de la 4T?

México podría gastar más. Debería hacerlo. Lo recomiendan el FMI, Moody’s, lo dijo Keynes y lo confirma la experiencia: la austeridad pública no es una buena idea en medio de una crisis. El gobierno podría ser más pragmático y menos dogmático.

Si el gobierno no mete las manos y deja que el mercado decida quién flota y quién se hunde, veremos que de esta crisis saldremos más desiguales que nunca. El México vinculado a Estados Unidos, relativamente próspero. El resto, empobrecido y sin esperanzas. Pocos ricos, muchos pobres y una clase media menguada. ¿De verdad quiere AMLO que la política social sea la ambulancia que recoja los damnificados de su política económica?