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La deuda es impagable, reconoce un estudio hecho por tres expertos del Fondo Monetario Internacional, pero encontrar una solución para este caso es complicado.

Puerto Rico es a Estados Unidos lo que Grecia es a la Unión Europea: un foco rojo en el tablero de la deuda. Los helenos se han llevado los reflectores, pero los puertorriqueños tienen su bomba propia haciendo tic, tac. Esta isla caribeña de 3.6 millones de habitantes tiene pasivos superiores a los 120,000 millones de dólares. De éstos, 72,000 millones son deuda emitida en tiempos donde el viento soplaba a favor y alrededor de 50,000 millones corresponden a compromisos con los jubilados. Puerto Rico tiene la deuda per cápita más alta de la Unión Americana.

Los parecidos entre Grecia y Puerto Rico son notables: ambos participan en una unión política y monetaria que les ha permitido recibir enormes transferencias de regiones más ricas, pero les ha quitado competitividad. Los dos realizaron grandes emisiones de deuda, durante muchos años. Los inversionistas devoraron esas emisiones porque suponían que estaban garantizadas por entidades más que solventes. En el caso griego, la autoridad europea. Con la deuda puertorriqueña, además, había el atractivo de exención fiscal para los residentes en la Unión Americana.

Puerto Rico, al igual que Grecia, utilizó los recursos captados en los mercados de deuda para financiar un déficit creciente de las finanzas públicas. El gasto público se expandió para compensar la debilidad de la economía. A la larga, ese crecimiento del sector público no impulsó la economía, sino que asfixió al sector privado. Puerto Rico no ha tenido crecimiento económico sostenido desde el 2006. Menos de la mitad de su población adulta tiene un trabajo en el sector formal.

Puerto Rico lleva casi una década atrapada en un círculo vicioso: la contracción económica y la emigración del capital humano más valioso se agravan porque hay un gobierno que no tiene capacidad económica para invertir en las cosas que necesitaría para romper el círculo. “Es una parte de Estados Unidos que requiere tanta asistencia de Washington como Cuba”, ironizaba un comentarista puertorriqueño.

El martes 30, Grecia anunció que no pagaría los 1,700 millones de euros correspondientes a un vencimiento de la deuda. El miércoles 1, Puerto Rico encontró la forma de pagar los 1,000 millones de dólares de un cupón que se vencían en esa fecha. Sí pagó y así tomó distancia frente a Grecia. ¿Por cuánto tiempo más? Las dudas están creciendo. Es por eso que los bonos puertorriqueños ofrecen rendimientos más parecidos a los de un país sudamericano que a los de un Estado Libre y Asociado de la Unión Americana.

La deuda es impagable, reconoce un estudio hecho por tres expertos del FMI, pero encontrar una solución para este caso es complicado. Puerto Rico no puede hacer como Detroit hizo en el 2013 y declararse en quiebra, porque su estatus le impide acogerse a los beneficios de la Ley Federal de quiebras. Tampoco puede negociar un recorte con los acreedores, sin el apoyo político de Washington.

El gobernador de Puerto Rico, Alejandro García Padilla, ha lanzado una alerta: su Gobierno se está quedando sin recursos para pagar. No tiene un ministro de Finanzas como el griego Varoufakis, pero por momentos habla como Tsipras: ha llegado el momento de que los acreedores se sienten en la mesa de los sacrificios, dijo el lunes 29 de junio. ¿Sacrificios? La deuda de Puerto Rico a 20 años paga un rendimiento de 12% anual en dólares.