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Después de un 2019 de bandera, en el que el S&P 500 tuvo un rendimiento positivo de 29%, el 2020 comenzaba con la expectativa de que tendría un menor pero sólido rendimiento de 7-8% ante una aceleración del crecimiento económico a nivel global, una disminución en las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos y la expectativa que la Fed mantendría una política monetaria estable.

Sin embargo, 2020 fue un año excepcional y atípico. El año comenzó con un enero tranquilo en el que el S&P 500 se mantuvo prácticamente sin cambio. Sin embargo, la llegada de la pandemia a finales de febrero provocó una crisis sanitaria global que puso fin al bull market más largo de la historia y dio pie al primer bear market en 11 años. Sin embargo, dicho bear market, durante el cual el S&P 500 se desplomó más de 20%, fue el más corto de la historia con una duración de apenas 33 días.

A pesar de que la crisis sanitaria y económica se profundizarían durante el resto del 2020, los mercados comenzaron una nueva racha alcista a finales de marzo ante la decisión de los principales bancos centrales, a nivel global, de utilizar todo su arsenal de herramientas de política monetaria para amortiguar la crisis económica provocada por la pandemia.

Dentro de estas medidas destacan las masivas inyecciones de liquidez a los mercados de la Fed, el BCE y el BoJ que provocaron un desplome en las tasas de interés de largo plazo.

Adicionalmente, los bancos centrales bajaron las tasas de interés de corto plazo a cero y en algunos casos extremos las llevaron a territorio negativo. Esta fuerte disminución en el costo de pedir prestado permitió a los gobiernos de varios países incrementar su endeudamiento para implementar ambiciosos planes de apoyo fiscal. Por un lado, la gran ola de liquidez y el desplome de las tasas libres de riesgo le puso piso al desplome de los mercados.

Por el otro, la expectativa de que el soporte monetario y fiscal perdurará hasta que la economía y el empleo presenten una recuperación robusta y duradera, aunada a la llegada de las vacunas y la expectativa del fin de la crisis sanitaria, dio pie al comienzo de un nuevo bull market que llevó al S&P 500 a nuevos máximos históricos con un incremento de 16% en el 2020.

Tomando en cuenta el desplome de las utilidades de las empresas que componen el S&P 500 en el 2020, queda claro que el incremento en el índice fue principalmente impulsado por una expansión en el múltiplo precio/utilidad y la expectativa de una fuerte recuperación de los niveles de utilidad durante el 2021.

Aunque este múltiplo parece no tener espacio para seguir creciendo, el hecho de que las tasas de interés de corto y largo plazas sean negativas en términos reales (es decir están por debajo de la inflación actual) hace más atractiva la inversión en acciones que en renta fija, justificando en cierta manera el nivel actual de los múltiplos precio/utilidad.

Sin embargo, la reciente alza en las tasas de interés de largo plazo en Estados Unidos podría limitar una mayor expansión de los múltiplos. En la próxima edición de Sin Fronteras analizaremos las expectativas de incremento en el S&P 500 para el 2021.