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Lo mismo que hizo el gobierno federal con el precio del gas licuado de petróleo (LP) lo pudo haber hecho con los precios de la gasolina. La diferencia es que la disminución del precio del gas fue una acertada decisión de autoridad para regular un mercado coludido y en las gasolinas mantienen un monopolio de distribución y fijación de precios que no van a desaprovechar en estos tiempos de urgencias fiscales.

Lo que nos queda claro es que la transición de un mercado controlado, idolatrado del petróleo, a uno de libre competencia no va a ser nada sencillo en un país en donde hay enquistadas prácticas de colusión y poca competencia.

¿Alguien duda de los precios coordinados en algunos mercados de bebidas alcohólicas o no? O muchos otros mercados de productos de consumo masivo que están dominados por dos o máximo tres empresas. Porque a pesar de que usted encuentre decenas de marcas en los anaqueles, la realidad es que pertenecen a un par de corporativos.

Esto no sucede por ejemplo en Estados Unidos, en donde si bien las grandes firmas dominan muchos mercados, conviven con productos de empresas pequeñas, medianas o regionales.

Hay una tendencia global a la concentración, pero hay mercados que respetan más la competencia y las buenas reglas de acceso a los consumidores.

En poco más de cuatro meses se abrirá a la libre competencia el mercado del gas LP. De acuerdo con las reglas del juego derivadas de la reforma energética, para el próximo 1 de enero ya no habrá necesidad de que desde el gobierno federal publiquen una larga lista de precios máximos autorizados.

Se supone que cuando usted intercepte al gritón del gas el 2 de enero para garantizar la energía de la estufa para el recalentado del año nuevo, el camión deberá tener publicado un precio calculado solamente por la empresa distribuidora.

¿Qué pasará si antes de irse de vacaciones de Navidad esos gaseros se reúnen para ponerse de acuerdo en el precio para garantizar sus buenos números?

En días recientes los gaseros se han dividido y se han enfrentado al grado que han recurrido al pago de desplegados y notas informativas para golpearse entre ellos.

En medio del mundo de versiones ésta me parece la más creíble. Desde este año, en afán de ensayar el libre mercado, se permitió la libre importación de gas LP. No todas las empresas tienen la facilidad de recurrir a ese mercado externo donde ciertamente consiguieron mejores precios. Entonces, en afán de equilibrio, los que no importan consiguieron precios preferentes de Pemex.

La idea era que el gas más barato importado y el gas subsidiado de Pemex permitieran que estos intermediarios bajaran el precio a los consumidores. Simplemente no lo hicieron, se guardaron en sus bolsillos esos ahorros.

¿Cómo le hicieron para que todos juntos optaran por irse al precio máximo autorizado al mismo tiempo y que quizá una sola empresa bajara el precio al consumidor? Entre las alternativas están la telepatía o la colusión.

La baja del precio por decreto a partir de esta semana es una posibilidad de una autoridad interventora, pero eso no podrá ocurrir cuando las reglas sean las de un supuesto libre mercado.

Desde el gobierno federal no 
desaprovecharon la oportunidad de actuar como autoridad y de paso anotarse un punto favorable en medio de la debacle en la que está.