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Los mercados accionarios concluyeron la semana pasada con su peor desempeño semanal en lo que va del año.

El índice Dow Jones registró su cuarta semana consecutiva de retrocesos, cerrando la semana con una caída de 3 por ciento. Por su parte, el índice S&P 500 tuvo una caída de 2.7%, marcando su peor semana en poco más de dos meses, mientras que el Nasdaq perdió 3.3% de su valor.

A pesar de estas recientes minusvalías, al cierre de la semana pasada el Nasdaq y el S&P 500 todavía acumulan alzas de 9.6 y 3.1% en lo que va del año mientras que el Dow Jones ya presenta un saldo negativo de 0.9 por ciento.

El ajuste de la semana pasada fue principalmente detonado por la publicación de los datos de inflación de enero con base en el Core PCE Price Index que es la medida más relevante con la que la Fed mide la dinámica inflacionaria.

El Core PCE Price index (el Índice de Gasto de Consumo Personal publicado por el Bureau of Economic Analysis) difiere del Core CPI (el Índice de Precios al Consumidor Subyacente publicado por el Bureau of Labor Statistics) ya que mide la inflación utilizando una canasta de bienes más amplia y con ponderación dinámica en lugar de estática.

La Fed prefiere esta métrica porque la considera como un mejor reflejo de la realidad ya que toma en cuenta un comportamiento más dinámico de los consumidores que ajustan su canasta de consumo dependiendo del comportamiento relativo de los precios.

Los datos del Core PCE de enero mostraron una inflación mensual de 0.6% (por arriba del consenso de estimados de 0.4%), llevando la inflación anual a 4.6% y confirmando la percepción de que la dinámica de disminución en los niveles de inflación observada desde mediados del año pasado se está estancando.

Asimismo, los datos de gasto de consumo en enero mostraron una fortaleza inesperada, subiendo 1.8% con respecto a diciembre (vs un estimado de 1.0%) y representando el incremento mensual más robusto en los últimos 24 meses.

Estos datos tuvieron un impacto inmediato en los mercados de renta variable y renta fija.

Al principio de esta edición hablamos de la caída en los mercados accionarios pero la curva de rendimientos en los mercados de renta fija se presionó en todos los plazos. A destacar, el bono del Tesoro a 10 años subió de 3.8% al cierre del viernes 17 de febrero, a un máximo intradía de 3.98% el jueves 23.

Después de un 2022 terrible para los mercados, el 2023 comenzó con rebote muy importante en enero. Dicho rebote apostaba a que la Fed se vería forzada a reducir las tasas de interés en la segunda mitad del año ante un debilitamiento de la actividad económica y una dinámica favorable en la inflación.

Sin embargo, conforme se han venido publicando los datos económicos, los mercados comenzaron a incorporar un escenario económico sin desaceleración –algunos observadores comenzaron a hablar de un no landing en lugar de un hard landing o soft landing –pero aún con una dinámica inflacionaria favorable.

Aunque los indicadores rezagados y coincidentes de actividad económica más recientes siguen mostrando una solidez inesperada, cada vez hay más evidencia de que la inflación está bajando a un ritmo mucho más lento al esperado.

En este sentido, el mercado se ha tenido que ajustar para incorporar un escenario de tasas de interés más altas de corto y largo plazos. Sin embargo, el mercado todavía no asigna una probabilidad importante a una tasa de Fed Funds por arriba del rango de 5.25-5.50 por ciento.

Por otro lado, hay observadores que han estado destacando que los indicadores adelantados han venido mostrando cierta debilidad que los mercados parecen estar ignorando.

De materializarse un escenario en el que la actividad económica se modera más de lo esperado sin que la inflación ceda lo suficiente, el mercado tendría que descontar una Fed más restrictiva. En este escenario, los mercados todavía presentarían riesgos a la baja a pesar del ajuste de las últimas semanas.

Por el momento, parecería que el Bear Market Rally que comenzó en enero podría haber llegado a su fin.