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Por supuesto que los que no pueden ni dormir por el comportamiento de los precios son los integrantes de la Junta de Gobierno del Banco de México.

Y no es para menos, los registros quincenales del Índice Nacional de Precios al Consumidor que mide el Inegi no bajan a los niveles donde el banco central los considera prudentes.

Y a la par que la inflación está por arriba de la meta oficial, aquella de 3% más-menos 1 punto porcentual, se mantienen las tasas de interés en niveles superiores a 8 por ciento.

Pero en general, no hay una abierta preocupación por el tema inflacionario. Más allá de las cantaletas políticas que hablan de la terrible crisis de precios que causó el gobierno anterior con el gasolinazo.

Ciertamente esa liberación de precios es en buena medida lo que explica que el índice general se mantenga fuera de cauce, pero tampoco hay una crisis inflacionaria como tanto repiten desde la otrora oposición.

El dato dado a conocer por el Inegi al término del pasado mes de diciembre no es nada alentador para los tomadores de decisiones de política monetaria.

Una inflación mensual de 0.70% resulta muy alta, la más alta en siete años para un mes de diciembre, y presiona el registro anual. Con este dato, la inflación de todo el 2018 fue de 4.83 por ciento.

Esto obliga al banco central a mantener el dedo en el gatillo para enfrentar un enero que se ve venir con una cuesta enorme. No sólo por los incrementos a precios y tarifas con los que se está estrenando esta administración, sino por los incrementos salariales decretados para este año.

Y falta sumarle el impacto en precios que pudiera tener esta pifia del gobierno federal de implementar tan mal el plan de combate al robo de combustibles.

Ya veremos si esa actitud de no pasa nada que mantiene el gobierno de López Obrador no acaba por aportarle algunas décimas más a la inflación.

Por lo que hace al dato histórico de la inflación, aquí se le pueden dar muchas lecturas al cierre del gobierno de Enrique Peña Nieto.

El incremento acumulado de los precios, medidos a través de ese índice general, el INPC, fue de 27.9 por ciento. Un nivel que si se mide en sexenios es el más bajo de las últimas ocho administraciones.

Desde Díaz Ordaz que no cerraba un gobierno con un acumulado inflacionario tan bajo.

Pero en medio, caben todos los matices. Por ejemplo, en los tiempos de Felipe Calderón la inflación sexenal fue más alta, pero no dejó de decrecer, a diferencia de los tiempos de Peña Nieto cuando el gasolinazo sacó de cauce los precios durante sus dos últimos años.

La baja más significativa entre el inicio y el final del sexenio en materia inflacionaria la tuvo Ernesto Zedillo, quien tuvo un índice inflacionario durante el primer año de 52% y durante el último de 9 por ciento.

Y los que no se han aburrido de denostar a una administración que ya no existe gritan que Peña Nieto dejó la peor inflación anualizada para un mes de diciembre de los últimos 15 años. Todo cabe en las estadísticas.

En fin, entre la lista de los temas que más preocupan socialmente no está la inflación. Este es un valor que se tiene que preservar. No sólo por parte del Banco de México, que tiene esa enorme responsabilidad, sino también por parte del gobierno federal que debe evitar decisiones irreflexivas que alteren la estabilidad, entre ellas la de precios.