Elecciones 2024
Elecciones 2024

Mi columna de hoy pensaba dedicarla al futbol pero al perder con Suecia 3 a 0 se malogró mi entusiasmo. Por cierto, mi amigo el licenciado Guillermo Vigil Trejo me envió un razonamiento muy lógico en relación con este deporte, se los comparto: “Ver futbol y decir ganamos, es como ver porno y decir cogimos”.

Así pues, como el futbol me produjo desencanto, hoy escogeré como tema de mi columna el comienzo de la veda electoral. La veda electoral es una más de las bonitas simulaciones mexicanas por medio de la cual durante 72 horas no se puede hacer proselitismo por ningún candidato aunque en las bardas, anuncios espectaculares, lonas y otros materiales publicitarios, en los que aparezcan el nombre y la exhortación para votar por los candidato X, Y o Z, permanezcan a la vista del público. Ni modo de quitarlos o borrarlos el miércoles para que no aparezca ninguno el jueves. Así se queda y punto. ¿Que se viola la ley? Nomás tantito. Tampoco hay que ponerse tan exigentes. No mamen. No estamos en Suiza.

Escribir de política y de políticos, mientras no incite a las lectoras y a los lectores a votar por una candidata o un candidato, una alianza o un partido en específico, es permitido. El pasado 3 de junio del presente año, la reportera Alicia Pereda Martínez, publicó en el periódico El Universal, un recuento de los políticos de ambos géneros, de todos los partidos e, inclusive, independientes, que se han preparado para que el próximo domingo, convertidos en trapecistas, brinquen de un cargo de elección popular a otro, o al mismo, bajo el amparo de un partido político distinto o del mismo. La cuestión es seguir mamando del erario. Preparémonos pues, para el domingo que viene disfrutar del espectáculo único llamado: La Gran Feria del Chapulín.

Según los datos proporcionados por la periodista Pereda Martínez, de los 3,415 puestos de elección que estarán en disputa el domingo primero de julio, 795 de ellos corresponden a políticas y políticos chapulines, lo que, según mi asesor en matemáticas, representa el 23.27 por ciento del total de candidatos. En 31 de los 32 estados de la República, sin contar la Ciudad de México, estarán en juego mil 596 alcaldías, para las cuales se han apuntado 345 personas ansiosas de repetir el sacrificado deber de servir a la sociedad de su municipio. Es decir el 21.61 por ciento de las actuales alcaldesas y de los ediles vigentes, insisten en persistir en su cargo. Ésta cantidad es el equivalente al 43 por ciento de las mil 596 presidencias municipales, aquí señaladas.

De los 795 sufridos aspirantes a continuar chingándose por sus conciudadanos, 513 son del género masculino y 282 del femenino.

Existen casos paradigmáticos en esta Gran Feria del Chapulín, uno de ellos es el senador panista por el V Distrito de Torreón, Coahuila, Luis Fernando Salazar Fernández, es legislador de la Cámara Alta y, al mismo tiempo, candidato a diputado federal. Fíjese usted su astucia. En diciembre pasado Salazar Fernández pidió licencia como senador, dejó su escaño en manos de su suplente. En cuanto terminó el período ordinario de sesiones, regresó a su puesto en la Cámara Alta. Ahora, mientras hace campaña para ser diputado por Coahuila, cobra como senador 164 mil 480 pesos al mes; su única obligación es que si acaso lo llaman a una sesión extraordinaria del Senado debe presentarse. De veras que yo no me explico cómo es posible que con hombres públicos tan inteligentes como el senador coahuilense el país esté tan jodido.

Lo más interesante es que desde un regidor hasta un gobernador pueden chapulinear. Ahí tienen ustedes a don Jaime Rodríguez Calderón, candidato independiente a la Presidencia de la República. Apenas llevaba 800 días como gobernador de Nuevo León, cuando la ambición para competir por la Gran Elección, le caló muy hondo, lo consultó con su caballo —su mejor amigo— y en octubre del 2017 se dio a la aventura de recabar firmas para ser candidato independiente a la Presidencia. Aquí se impone comentar que cuando fue candidato independiente a la gubernatura de la entidad norteña, calificó de inmoral a todo aquel que practicara el arte del chapulineo. Si pierde la elección del próximo domingo, como todo parece indicar, volverá a gobernar Nuevo León y aquí no ha pasado nada.

Otro caso prototípico es el del oaxaqueño Carol Antonio Altamirano, quien como priista ganó, hace diez años, la alcaldía de Asunción, Ixtaltepec. Luego se alió al PRD y logró ser diputado local, dio el brinco a la diputación federal. En el 2016 como perredista en alianza con el PAN, volvió a ser diputado local, donde logró ser el coordinador de la bancada del PRD.

Tal vez porque los chapulines asados son una botana oaxaqueña, la cuestión es que de todos los aspirantes a repetir en la nómina pública, el estado de Oaxaca ocupa el primer lugar con 64 chapulines; le sigue Jalisco con 63 aferrados al poder; seguido de Guanajuato con 56 abanderados; Sinaloa y Michoacán están empatados con 52; así como, también lo están, el Estado de México y Guerrero con 50. En contraste, Nayarit únicamente tiene 2 trapecistas.

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Me salen tan mal las cosas que le clavé alfileres a una fotografía de mi suegra y le curé la artritis con acupuntura.