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El nivel de incremento dependerá de lo que decida la Fed la próxima semana. Un alza en Estados Unidos garantizaría otro acá, más el añadido de las presiones inflacionarias.

La política monetaria de México no llegará al final de su ciclo alcista mientras la inflación no dé claras señales de contención y de corrección hacia la meta establecida. Y eso todavía no sucede.

La inflación que mide el Inegi va desde un índice general hasta una selección de productos y servicios de consumo personal que marquen la inflación de una familia, por ejemplo. Pero lo que vale para justificar decisiones monetarias es la fotografía del bosque completo.

El Índice Nacional de Precios al Consumidor, el más amplio de los referentes, alcanzó en mayo 6.16 por ciento. El nivel más alto desde la Gran Depresión de finales de la década pasada.

Pero al mismo tiempo la inflación no subyacente, la que incluye los movimientos en los precios más volátiles como los productos agropecuarios o energéticos, está ya en 10.60 por ciento.

Sin embargo, la inflación que elimina esos precios más volátiles, la inflación-corazón o subyacente está en 4.78 por ciento, cifra que no se aleja tanto de la meta del Banco de México de 3 por ciento más-menos 1 punto porcentual.

Si vemos la inflación de la canasta básica, nos encontramos con el escándalo de 8.48 por ciento. Peor será su inflación si es joven y pertenece a una clase media alta, urbana.

En la decisión de política monetaria de la junta de gobierno del Banco de México evidentemente que toma en cuenta todos estos indicadores y muchos más porque deben ponderar, por ejemplo, la presión salarial que genera un aumento en los básicos.

Tanto o más que un aumento en las tasas de interés cuenta la contundencia del mensaje que lance el banco central. Porque el aumento en el costo del dinero no siempre limita en el terreno de la realidad los costos del financiamiento privado.

Es tan alto el nivel de tasas de interés al consumo y tan alta la resistencia de los consumidores a aceptar estos precios tan altos por el dinero prestado que aun con los aumentos de la tasa de referencia del Banxico, han bajado algunas tasas de créditos personales.

Cuenta mucho ahí la cara de enojados y estrictos que puedan generar los banqueros centrales, en especial Agustín Carstens, para advertir lo conveniente que resulta por ahora guardar el ingreso en lugar de gastarlo.

Hay razones estadísticas para adelantar que si no hay más sorpresas inflacionarias como el aumento a las gasolinas o la depreciación del peso, pueda iniciar un descenso de las mediciones por la simple comparación contra un piso más alto.

La apreciación del peso de las últimas semanas y las expectativas de que pueda mantenerse en los niveles actuales por algún tiempo, también contribuyen a moderar las presiones.

Pero está claro que el machete de las tasas de interés del banco central se mantiene afilado y sin temor a ser utilizado por parte de la junta de gobierno de ese instituto.

Por lo pronto, en la siguiente reunión de decisión de política monetaria dentro de dos semanas debería arrojar un nuevo aumento a la tasa de interés.

El nivel de aumento dependerá de lo que decida la Reserva Federal (Fed) en su reunión del Comité de Mercado Abierto de la próxima semana. Un incremento en Estados Unidos (EU) garantizaría otro acá, más el añadido de las presiones inflacionarias.