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Grecia ya movió sus piezas. Lo que viene para ellos es un escenario dificilísimo en materia económica, pero más claridad política. Alexis Tsipras y su partido, Siriza, salen fortalecidos del Greferéndum.

Tsipras deberá utilizar una parte de su nuevo capital político para confortar a sus compatriotas. Ellos no podrán disponer de sus depósitos bancarios y tendrán dificultades crecientes para adquirir productos importados.

Más allá de Atenas, los ojos están puestos en Bruselas. Ahí están las grandes incógnitas, ¿Cómo reaccionarán las autoridades europeas? El resultado del Greferéndum representa una derrota para la burocracia de Bruselas. Ellos habían apostado porque no se realizara el referéndum y luego porque los griegos votarán Sí. Por ello, quedan en una posición de debilidad política, aunque mantienen un enorme poder económico. Tienen en sus manos la decisión del futuro de Grecia en la zona Euro y la Unión Europea.

El Euro vive el momento más duro de su corta historia. Ha ocurrido la pesadilla que temían los arquitectos de la Unión Europea, el día en que la política y la economía se enfrentan en un choque de trenes. Nadie duda que el Greferéndum fue un ejercicio democrático. Al mismo tiempo, es claro que su resultado implica un fracaso de la ortodoxia económica que, en ha dictado el comportamiento económico de una región que representa el 20% de la economía mundial.

Bruselas lleva largos meses preparándose para tomar decisiones duras frente a Grecia. Ha llegado el momento de saber si estaban preparados. En teoría, han tomado todas las medidas para que la radicalización de Grecia no afecte la economía ni los mercados. Las primeras reacciones de las Bolsas serán negativas. Eso lo dan por descontado todos los analistas. El lunes estará lleno de números rojos. Lo más importante pasará en los días siguientes y dependerá de las negociaciones entre las autoridades europeas y el Gobierno de Tsipras. Bruselas puede optar por mostrar su cara más dura y así precipitar los acontecimientos. En otras palabras, acelerar la salida de Grecia de la zona Euro. Si así ocurriera, hay un alto riesgo de que esta Grexit ocurra de manera desordenada.

Europa vive su momento Lehman Brothers, advierten algunos analistas. En 2008, el gobierno de Estados Unidos decidió no meter las manos para rescatar a esta institución financiera que estaba quebrada. Esta decisión pretendía mandar un mensaje en favor de la ortodoxia y terminó siendo el detonador de la mayor crisis que ha vivido el Mundo, desde la Gran Recesión de los años treinta.

Las autoridades europeas pueden optar por el garrote y castigar a Grecia, propiciando una salida desordenada de este país de la zona Euro. Si así lo hicieran, podrían abrir la puerta a un escenario de incertidumbre mayúscula. ¿Quién será el próximo? Empezarán a preguntarse los especuladores y a poner su dinero para que algo suceda.

El riesgo no está tanto en el tamaño de la economía griega ni en su endeudamiento, sino en la activación de mecanismos de contagio, especialmente el de tipo político. La deuda de Grecia asciende a 342 mil millones de dólares, menos del 3% del PIB europeo. La mayor parte de ella tiene como acreedores a instituciones europeas, ya que los bancos privados han ido reduciendo su tenencia de papeles de deuda helénica.

Un mal manejo de lo que sigue en la crisis de Grecia dará gasolina y fuego a los euroescépticos. Una ruptura, en lo financiero, obligaría a los tenedores de esos 342 mil millones a contabilizarlos como dinero incobrable. En lo político, se está construyendo un escenario de polarización de Europa en torno a Grecia. Es indignación versus solidaridad y muchas cosas más. No es casual que los dirigentes de Podemos en España y del Frente Nacional francés estén celebrando el resultado del Greferéndum. Los españoles son izquierda radical y el Frente, derecha extrema. Los extremos en Europa coinciden en su exigencia de un replanteamiento total de la zona Euro. Si Bruselas se equivoca ahora, les dará la razón. ¿Qué significa no equivocarse? Es difícil decirlo, porque estamos a oscuras.