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El triunfo de Andrés Manuel López Obrador en el 2018 provocó la mayor alza que se ha registrado en la historia del índice de confianza del consumidor mexicano. Dos años después, el Covid-19 ha provocado la mayor caída histórica del mismo indicador. El optimismo se ha evaporado y ha regresado a niveles pre-AMLO, nos dice este barómetro del ánimo en los hogares que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) desde el 2001. El pesimismo es el sentimiento que predomina. Un botón de muestra: la percepción de la situación del empleo descendió 16.1 puntos porcentuales. Era 46.3 en mayo del 2019. Fue 30.2 en el mismo mes del 2020.

¿Por qué importa este cambio en el ánimo de los consumidores?
El consumo privado es responsable de entre 60 y 70% del Producto Interno Bruto (PIB). Los expertos miran con mucha atención el índice de confianza porque ofrece pistas sobre cómo se comportarán los consumidores y la economía en el futuro cercano. Cuando el pesimismo predomina, los hogares reducirán sus gastos y, con esta decisión, inhibirán el crecimiento.

El principal responsable de este desplome en la confianza es el coronavirus. Esto queda claro cuando vemos que el gran descenso del índice comenzó en abril, mes en el que se implementó con mayor fuerza el confinamiento obligatorio para todas las personas que no participan en actividades esenciales.

En mayo sigue el descenso en la confianza, respecto a abril, pero se trata de caídas más moderadas.

¿Cuánto tiempo durará la caída y qué implicaciones tiene?
La cuestión es muy relevante, porque de la respuesta depende la forma que tendrá la recuperación del comercio al menudeo; el desempeño de una gran gama de servicios y muchas cosas más. La encuesta hecha por el Inegi nos dice que en mayo se redujo en 18% el número de personas que dice que comprará bienes básicos como ropa y calzado. Nos dice también que la posibilidad de que la gente salga de vacaciones pasa de 33.5 a 14.3, en 12 meses. Sólo uno de cada siete contesta con un sí, cuando la pregunta se refiere a planes para comprar un bien de consumo duradero: auto, refrigerador o televisor.

Lo expresado en la encuesta de confianza lo confirman las cifras de ventas del comercio. Estas registraron una caída de 22.9% en abril y 19.0% en mayo, de acuerdo con datos de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD). Estos números contrastan con el crecimiento del primer trimestre y están en línea con la caída del PIB superior a 15% que se espera para el segundo trimestre del año.

¿Qué pasará con la confianza del consumidor?
Dependerá de lo que pase en la política de salud, pero también de la eficacia de las medidas de política económica y social que el gobierno ponga en marcha. En juego está mucho más que el comportamiento del sector comercial en México: el comportamiento de los consumidores definirá el tamaño de la caída del Producto Interno Bruto de México.

El consumo contribuye con dos tercios del PIB en cualquier economía, pero en la política económica de AMLO cuenta más, quizá mucho más. El presidente ha dado preferencia a las transferencias de dinero a personas y hogares en detrimento de apoyos a las empresas. La apuesta es que los miles de millones de pesos que los grupos beneficiados reciben podrían activar la economía al convertirse en consumo. El problema es que esto no está ocurriendo. El pesimismo domina el escenario y el optimismo del consumidor parece remitirnos a una época lejana: el 2018, también conocido como el año 2 de la era anterior al coronavirus.