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Después de casi 10 años de tasas de interés cercanas a cero y billones de dólares de inyecciones de liquidez, los principales bancos centrales han seguido acelerando el paso en la ruta crítica para normalizar su política monetaria.

El primer paso lo dio la Reserva Federal (Fed) cuando comenzó a reducir su programa de inyecciones de liquidez, el cual finalmente concluyó a finales del 2014.

El segundo paso también lo dio la Fed de manera tímida al realizar el primer incremento en la tasa de interés en casi 10 años en diciembre del 2015.

Aunque tuvo que esperar un año para realizar el segundo incremento en la tasa, la Fed ha aumentado las tasas en ocho ocasiones y lo hará una vez más en su reunión del 22 de diciembre, llevándola a un rango de 2.25-2.50 por ciento.

Para el 2019 los pronósticos han cambiado de un escenario de tres o cuatro alzas, a uno donde se pudiera observar, cuando mucho, uno o dos incrementos. El tercer componente de la normalización de la política monetaria por parte de la Fed se dio en octubre del 2017 cuando el banco central comenzó a reducir gradualmente su balance.

El balance de la Fed pasó de aproximadamente 900,000 millones de dólares a mediados del 2008 a un máximo de 4.5 billones de dólares en diciembre del 2014, nivel que mantuvo hasta octubre del 2017.

Entre ese mes y el 3 de diciembre de este año, la Fed ha disminuido su balance en aproximadamente 400,000 millones de dólares. Este retiro de liquidez gradual aumentó a partir de octubre a 50,000 millones de dólares al mes.

Aunque esto ya está totalmente descontado por el mercado, la Fed todavía no tiene claro cuál será el impacto sobre el crecimiento económico de la combinación de los retiros de liquidez y los aumentos en la tasa de interés, por lo que tomará un enfoque más cauteloso y reactivo a las condiciones de mercado para definir el rumbo de la política monetaria en el 2019. En el caso del Banco Central Europeo (BCE), su programa de inyecciones de liquidez comenzó en el 2015 y desde entonces ha aumentado su balance en un monto aproximado de 2.6 billones de euros.

Sin embargo, en junio pasado anunció que terminaría con su programa de inyecciones de liquidez (estímulos cuantitativos) en diciembre de este año, lo cual podría confirmarse en la reunión de política monetaria del 13 de diciembre (hoy).

Sin embargo, así como la Fed ha tenido que mandar un cambio de señal con respecto a la trayectoria de incremento de tasas para el 2019 ante un panorama con mayores riesgos de desaceleración y menores presiones inflacionarias, el BCE se podría ver obligado a replantearse si éste es el momento adecuado para restringir la política monetaria al terminar su programa de estímulos cuantitativos.

Aunque la economía de la eurozona tuvo una importante recuperación en el 2017, los datos más recientes apuntan a una desaceleración tangible provocada por las tensiones comerciales y algunos eventos extraordinarios como huelgas y una reducción en la producción de vehículos como consecuencia de nuevas pruebas de emisiones en Alemania (la economía alemana se contrajo en el tercer trimestre por primera vez desde el 2015).

Asimismo, la falta de acuerdos sobre la definición final del Brexit, aunada a las difíciles negociaciones entre Bruselas e Italia para la aprobación de un presupuesto que rebasa los límites de déficit establecidos por la eurozona y las recientes protestas en Francia que han provocado disrupciones en la actividad económica han contribuido a un entorno de mayor incertidumbre.

Finalmente, la inflación se mantiene muy cerca de la meta de 2% y podría ubicarse por debajo ahora que los precios del petróleo han cedido terreno. Aunque el escenario base sigue siendo la confirmación del fin de los estímulos cuantitativos por parte del BCE, veremos si Mario Draghi toma un enfoque más acomodaticio.

De ser así, los mercados accionarios podrían recibir un nuevo impulso.