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En la cargada agenda de indicadores y eventos relevantes para los mercados de esta semana el que más atención genera es una reunión en un centro vacacional.

Jackson Hole es un muy exclusivo centro de esquí que evidentemente en este verano no está en su operación ideal. Sin embargo, este próximo fin de semana es uno de los más importantes para este destino montañoso en Wyoming.

Los pocos asistentes al simposio de política monetaria que organiza la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) tendrán una agenda interesante y seguramente cargada como cada año con las intervenciones de algunos de los más connotados banqueros centrales del planeta.

Pero hacia afuera lo que más se espera y con ansias es el discurso que el viernes habrá de pronunciar la presidenta de la Fed, Janet Yellen.

Han sido famosos los discursos del titular de la Fed en Jackson Hole, en primer lugar porque es un marco propicio, con un ambiente controlado, para dar mensajes que impacten de inmediato en su país y en el mundo.

Pero también han cobrado relevancia porque tiene ya al menos una década que el banco central estadounidense se ha convertido en un protagonista del desempeño económico y financiero de Estados Unidos y el mundo.

El aumento de su injerencia lo hace jalar todos los reflectores disponibles, más allá de su siempre importante decisión de política monetaria.

El mundo quiere que la señora Yellen nos diga cuándo y por qué subirán las tasas de interés.

Los indicios son los mismos para todos. No hay realmente quien pueda presumir de información privilegiada en torno a las decisiones internas y eso le da más misterio y de paso buenas calificaciones a este grupo de banqueros.

Sin embargo, si sabemos leer lo que hay, podríamos adelantar algo del tono de la señora Yellen.

Stanley Fischer es el poderoso vicepresidente de la Reserva Federal, tiene mucha cercanía con el pensamiento de la presidenta y es cuidadoso de reflejar una posición institucional, a diferencia de los banqueros halcones y palomas que no dudan en expresar sus muy particulares puntos de vista.

Camino a Jackson Hole el señor Fischer deja saber que la Fed está cerca de cumplir con dos objetivos trazados en su ruta de salida del dinero regalado y los planes de hiperliquidez.

El primero es un crecimiento sostenido del empleo hasta niveles que pueden considerarse en Estados Unidos de pleno empleo. La tasa de desocupación empieza a estabilizarse como producto de una buena creación de empleo y un empuje de la fuerza laboral que regresa a pretender un trabajo. Y del otro lado, un aumento en la inflación, estancada durante años en niveles cercanos al cero, rumbo al esperado 2% que se plantea la Fed como meta.

Fischer ve estos dos indicadores en ese camino y por lo tanto considera que la Fed estaría próxima a decir: misión cumplida.

Parece que el adelanto es muy válido para un discurso de Yellen. Quizá lo único que matice el inminente aumento en las tasas de interés sea un explícito catálogo de riesgos externos y un implícito y obviado factor político de no hacer ruidos extraños al mercado electoral subiendo las tasas de interés antes de la cita en las urnas en noviembre próximo.