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La prórroga en los pagos de los créditos que los bancos dieron a muchos de sus clientes durante todo este mes, es un mecanismo de defensa para las propias instituciones crediticias. Y, claro, un alivio para los acreditados que hoy padecen por una reducción o falta de ingresos.

El derrumbe en la actividad económica pasará inevitablemente factura a las instituciones bancarias que se encontrarán con la realidad de un aumento en la cartera vencida.

Afortunadamente, hay un ambiente de estabilidad financiera que anticipa tasas de interés incluso más bajas que las vistas en los últimos años. Eso ayuda a que no se abulten las deudas, pero si no hay flujo de recursos por parte de los deudores, inevitablemente dejarán de pagar.

Son miles las empresas y millones los trabajadores que quedaron a su suerte ante el parón de actividades por la pandemia del Covid-19. Sin programas gubernamentales de respaldo los recursos disponibles suelen cubrir otras prioridades antes que el servicio de las deudas.

La Secretaría de Hacienda jura, en su más reciente reporte sobre la situación económica del país, que protege la salud y la economía de la población mexicana. Lo cual concuerda con el discurso disociado de la 4T desde la presidencia, pero no concuerda con la realidad de muchos sectores económicos que quedaron solos en la pandemia.

Ese espectáculo vespertino de ayer 1 de julio, de un auditorio solitario y un rosario de información falsa es el mejor ejemplo de lo que le pasa hoy a México. Es un país instalado en la esquizofrenia.

En esas palabras presidenciales de ayer 1 de julio, quedó claro que la ausencia de estrategia gubernamental se reduce a la pobre visión dogmática de que ayudar a los trabajadores desempleados con subsidios o a las empresas con facilidades fiscales es una política neoliberal.

Por eso es que cuando terminen los programas de aplazamiento de pagos de los créditos bancarios, se empezarán a contabilizar los cargos moratorios, se sumarán los saldos insolutos y se harán enormes bolas de nieve para los acreditados.

Las empresas y las personas físicas enfrentarán el cobro de garantías que los limitarán más en sus actividades y podrían colapsar financieramente.

Para los bancos, los aumentos en los niveles de cartera vencida los obligarán a aprovisionarse y reducir el flujo de recursos disponibles para la economía. El círculo vicioso completo.

Por eso, quien crea que con el trimestre pasado se acabó la crisis, realmente no entiende el tamaño del boquete que se sigue abriendo. Que pueda detenerse la contracción por la gradual reapertura y que las caídas económicas sean menores, no significa que los efectos negativos se borren de un plumazo.

El casero quiere la renta, el SAT quiere los impuestos, el banco quiere el pago mensual del crédito, pero miles de empresas y millones de trabajadores llevan más de 100 días sin ingresos. Y cuando todos se forman al mismo tiempo para cobrar, simplemente no va a alcanzar.