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La oferta es irresistible y la encontré en un sitio muy exclusivo de compras en línea de Venezuela. Un bulto de 3 kg de alimento para perro, de marca internacional y que promete una excelente calidad, cuesta 59 millones 129 mil 108 bolívares.

La oferta es válida sólo hasta este viernes, porque los precios cambian y advierte a sus selectos clientes que sólo tienen dos bultos de estas croquetas en existencia.

Debe ser un lujo que alguien pueda tener una mascota en ese país y que además le pueda comprar un paquete pequeño de alimento de marca estadounidense por 60 millones (hay opciones de marcas locales por sólo 16 millones de bolívares).

Claro que si se pertenece a la boliburguesía es posible comprar eso y mucho más, porque se dispone de enormes recursos del Estado para gastar.

Ésa es la Venezuela contemporánea y lo peor todavía no lo ven.

Imagine que esta mañana inicia usted su jornada laboral, pero la inflación es tan alta que cada día al llegar a su centro de trabajo tiene que negociar su salario del día.

El ingreso que usted hubiera arreglado por la mañana alcanzaría para mucho menos por la tarde cuando le paguen y se vaya a su casa.

Esta pesadilla, que vivió Alemania en 1923, es el triste futuro inmediato de Venezuela.

El Fondo Monetario Internacional tenía una previsión inflacionaria para ese país sudamericano de 13,000% para este año. Pero la debacle provocada por el gobierno bolivariano llevó a este organismo internacional a recalcular sus estimaciones.

No saben bien a bien si la inflación será de 1´000,000% o de 1´2000,000%, porque argumentan que ya en esos niveles de caos es muy difícil tener bases para hacer cálculos.

El problema es que Nicolás Maduro cierra los ojos ante la crisis y pretende paliar sus desequilibrios fiscales imprimiendo más y más dinero, lo que provoca la pérdida del valor de ese circulante.

La respuesta de este dictador, carente de toda inteligencia, es culpar de los males, que su gobierno y el de Hugo Chávez han provocado a Venezuela, a un complot orquestado por el mundo con Estados Unidos a la cabeza.

Es tan poca la capacidad de entender la crisis en la que está su país que Nicolás Maduro cree que eliminando cinco ceros a la moneda puede recomponer las cosas.

El Producto Interno Bruto de Venezuela, un país con el mayor número de reservas petroleras probadas del mundo, ha caído 50% en tan sólo cinco años y este año el pronóstico es de un derrumbe de otro 18% adicional.

No es un país en crisis económica, es un país en crisis humanitaria. Eso se convierte ya en un asunto del mundo, pero nadie se atreve a voltear con seriedad hacia ese país.

Nicolás Maduro y su gobierno tienen que caer y por lo visto no podrá ser sólo con la fuerza de los opositores internos.

El problema es que el mundo parece estar esperando a que mueran millones de personas en las calles, por hambre o represión, antes de atreverse a rescatar a este pueblo.