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Como una puesta en escena fue el acercamiento que tuvo la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum a los tacos de canasta “El Puro Veneno”.

Las imágenes fueron publicadas por el equipo de trabajo de Comunicación Social del gobierno capitalino el día de ayer después de las tres de la tarde.

Como el espacio que es Twitter, los comentarios son como un torbellino de ideas, quejas, burlas y aplausos a la acción de “bajarse” a comer unos tacos “con el pueblo”.

En el video de un poco más de 30 segundos podemos ver cómo camina Claudia Sheinbaum directo hacia los tacos, podemos apreciar que solo la acompaña un elemento de seguridad de su mano derecho y quien graba que está a su izquierda.

Una mujer se acerca y toma por el brazo al hombre de sweater negro, mientras la jefa de gobierno ni siquiera se da cuenta porque va claramente con el objetivo de seguir el guion o la propuesta de hacer un video mientras se echa unos tacos.

Ella va con la seguridad de que nadie la atacará o insultará, ni siquiera mira a sus costados, sigue los gritos del señor que le dan la señal de que no tiene ninguna mala intención en invitarle por lo que no hay ningún tipo de vulnerabilidad.

Mi experiencia es en la imagen, pero solo le invitaría a escuchar el audio y que me dijera si mi cuestionamiento es válido o no, pero la voz del hombre se escucha clara y fuerte aún con el cubre bocas, algo así como si trajera un micrófono. Calma, es solo una presunción mía, no quiere decir que sea, y lo digo porque incluso sin que la cámara o el teléfono con que realizaron esto, se acercara tenemos el audio limpio y directo, mientras que cuando habla ella, no le entendemos y no se le escucha nada.

Cuando nos acercamos a desconocidos en un espacio público, siempre nos protegemos, de manera automática en nuestra territorialidad, nuestra burbuja personal se cuida y es por ello que dejamos cierta distancia del otro, no hacemos contacto visual o nos limitamos a los movimientos más básicos para no vernos invadidos o violentados.

Aunque no lo crea, son una especie de reglas del orden, que no necesitamos especificarlas en todo momento y en todos los lugares, pero usted sabe que cuando se para en la esquina por unos tacos, el espacio personal se respeta. Por más gente que haya, uno debe de tener la distancia exacta para levantar el brazo y el codo para poder comer, o para agarrar salsa, el cuerpo se acerca o se aleja.

Los desconocidos, como lo somos todos, no hacemos contacto físico, no cruzamos la línea de lo íntimo, aún así sea en un puesto de tacos o a lado del triciclo de los tacos de canasta.

Ella no hace contacto visual directo, constantemente baja la mirada, incluso desde su llegada. Termina solo dirigiendo su atención a los tres personajes a cuadro, el de chamarra gris que sigue comiendo su taco, el de sweater mostaza que cruzado de brazos solo la mira y se ríe y la joven de sweater negro que poco se ríe y solo asiente con la cabeza cuando el taquero le da las gracias a la jefa por “convivir con la gente, porque eso es la humildad”.

Una puesta en escena con sus imperfecciones, como la mujer de negro estando detrás de Claudia y que sigue comiendo sus tacos ni siquiera la mira con atención, o el señor de la chamarra gris de la izquierda termina por ignorarla.

Flora Davis en su publicación Inside intuition. What we know about non-verbal communication decía que cuando se está en público, semi deliberadamente estará tratando de demostrar que es una persona de buen carácter. Aunque pueda parecer totalmente indiferente hacia los que lo rodean, potencialmente son su público, y él será el actor en cuanto surja una situación que así lo exija.

Eso hizo Claudia, solo que sin la actuación perfecta, porque pudo haberse cambiado la blusa blanca perfectamente limpia, hacer contacto directo con el de los tacos, con la gente a su alrededor, con bromear o hacer el intento por escucharlos. De eso se trata la humildad, de escuchar al otro, no de extender la mano para recibir unos tacos.

Lo intentó, pero el manual de propaganda que ya tiene a cuestas por su tutor, no está siendo lo mejor para ella, no sin un gramo de actitud de “humildad” diría el joven.

Se dice que la gente coopera a menudo para salvarse mutuamente la cara de las maneras más extrañas y eso es lo que vemos entre los cuatro actores a cuadro.

“Tacos de canasta el puro veneno, gracias por compartir y convivir con la gente que eso es la humildad”, lo escuchamos todos.

Ni el veneno, ni la convivencia y mucho menos la humildad, aparecieron en los 30 segundos.

Ahora, bien decía Erving Goffman que cuando consideramos necesario, tratamos de salvar la cada para mantener la impresión de que somos capaces y fuertes y no aparecer como tontos.

Claudia al final, después de morderle al taco, se tapa la cara y allí es cuando el equipo decidió hacer el corte. Imagen que es la que vemos hoy en este espacio.

Nadie la mira, nadie se mira entre sí, no hubo ningún tipo de acuerdo para que cerraran el grato encuentro. El de gorra y la mujer miran a la cámara con actitud retadora, el de chamarra quiere comer y el de los tacos tuvo sus 15 segundos de fama.

Pero bueno, el vendedor termina la escena diciendo:

“Ahí está”.

Es lo que se ve.

Una puesta en escena - screen-shot-2021-11-15-at-184815-1024x522
Claudia Sheinbaum.