Elecciones 2024
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Tal vez los lectores recuerden la ocasión, en marzo del 2012, cuando la aspirante del PAN a la Presidencia de la República, Josefina Vázquez Mota, tomó posesión de su candidatura en el Estadio Azul. En aquella oportunidad, los acarreados, a los que los panistas llamaban eufemísticamente “apoyo logístico”, estuvieron casi cuatro horas, al rayo del sol con una temperatura mayor a los 30 grados centígrados, esperando a la postulante blanquiazul que por equivocación, deficiente planeación o, simplemente, mala leche de su coordinador de campaña Roberto Gil, llegó tarde a la escena lo que ocasionó que los asistentes abandonaran el estadio cuando Josefina –candidata sacrificada por Felipe Calderón– pronunciaba su discurso de aceptación como abanderada panista. Cuando terminó su perorata el vacío estaba casi lugar. Perdón por la dislexia, quise escribir: el lugar estaba vacío.

De lo anterior me acordé cuando supe lo que le sucedió a Donald Trump, el pasado sábado, cuando él pensaba retornar de manera triunfal a su campaña por la reelección. Desgraciadamente para su causa, el regreso a la palestra electoral, luego de 110 días de inactividad por la pandemia, comenzó con el pie izquierdo: el mitin en el auditorio de Tulsa, Oklahoma, que en un principio se programó para el viernes 19, tuvo que posponerse para el sábado 20 debido a que el día 19 se conmemora el fin de la esclavitud en Estados Unidos. Como se comprenderá, en la actualidad y debido a la ola de protestas desatadas por la muerte del afroamericano George Floyd, el bollo no estaba para hornos. Otra vez la dislexia, quise decir el horno no estaba para bollos.

El pasado sábado, desde muy temprano, Donald hizo corajes cuando comprobó que los periódicos de ese día le habían dado mayor cobertura a la querella entre el fiscal federal Geoffrey Berman con el secretario de Justicia William Barr, que a su evento electoral. Además, seis miembros de su equipo dieron positivo en Covid-19. Esto sólo era el principio, conforme transcurriera el día las cosas irían de peor en mal. ¡Ay, dislexia! Yo quería expresar: de mal en peor.

El magnate neoyorquino fue víctima del troleo de usuarios de la plataforma de redes sociales llamada Tik Tok, quienes durante los días previos al acto de campaña, alentaron a las personas a registrarse en línea para el evento con la intención de no asistir. Le hicieron creer al presidente anaranjado que la celebración había causado gran expectación. Trump tuiteó ilusionado: “¡Casi un millón de personas solicitaron entradas para el mitin del sábado por la noche!”. Cuando el Air Force One despegó de Washington rumbo al lugar del evento, el presidente fue informado que, en el espacio extra, afuera del auditorio, que su equipo había reservado para una multitud, sólo había 25 individuos. En ese momento Trump comprendió que le esperaba una jornada obstaculada de plagas. Quise decir, plagada de obstáculos. ¡Dislexia vete de mí!

El auditorio donde se celebró el “magno evento electoral” con un aforo de 19 mil personas no registró ni la mitad de la entrada de un público poco entusiasta, razón por la cual Trump dejó a un lado los ataques al ex vicepresidente Joe Biden y recicló sus gastados argumentos raciales y maniqueos. “Ustedes son guerreros. Teníamos algunas personas muy malas afuera. Estaban haciendo cosas muy malas. Pero realmente lo aprecio”, le dijo Trump a la escasa concurrencia para explicar que los asientos vacíos eran resultado de matones instalados afuera del lugar. Cosa que no era cierta. Lo que es un hecho es que para el arrogante y egocéntrico mandatario el día 20 de junio del 2020 será recordado como el día que le salió el culo por la tirata, quise decir el tiro por la culata. ¿Alguien sabe si hay una dislexia para la cura?

Memes

¿Qué le dijo México al Covid-19? Mira cómo tiemblo.

Ya llegaron sus ricos y deliciosos temblores oaxaqueños.