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Somos muchas las que caminamos por las calles con el temor a ser violentadas, asaltadas y en el peor de los casos secuestradas y nunca más devueltas.

No es que sea demasiada información la que vemos a diario con historias de terror de feminicidio, desde el grado más minúsculo hasta el más espeluznante.

Fátima, Karla, Victoria, Elena, Luisa, Marisela, Michelle, Gabriela, Alondra, Jessica, Judith, Sara, Nayeli, Patricia, Elmy, Carmen, Elisa, Nohemí, Lucero, Sandra y el nombre femenino que usted quiera escribir.

Son muchas las historias e innumerables los daños hacia los familiares que se han quedado sin respuestas y con un millón de preguntas, o a los pequeñitos que quedaron huérfanos por impulsos bestiales de los hombres que acabaron con sus vidas.

Lo peor es que aún sabiendo las terroríficas narraciones de los actos brutales de ex parejas, padres u hombres obsesionados, el resto de la gente, en principal los hombres, pasan como inadvertidos, ignorando cualquier tipo de grito o lamento de muchas mujeres.

Hoy siendo el día de muertos, han salido a las calles desde el día de ayer cientos madres, abuelas e hijas para recordarnos a la sociedad que cada día mueren 10 mujeres en condiciones de violencia.

No son las enfermedades, no son los virus inexplicables los que nos están matando, sino la falta de leyes que puedan detener o hacer recapacitar a un tipejo que se cree superior y cree que por sus miedos e ignorancia, puede matar a quien quiera.

No solo son esas bestias disfrazadas de hombres las que cargan la sangre fría en sus cuerpos y salen a la caza, sino las autoridades, los de traje, los de cuello blanco, los que tienen un puesto dentro de organizaciones e instancias federales y no hacen nada.

Esta fotografía tomada por Andrea Murcia, fotoperiodista mexicana y quien recientemente participó en la plática “Perspectivas de mujeres fotoperiodistas” junto con Gladys Serrano y Sashenka Gutiérrez en el Museo Franz Meyer, es el reflejo de una problemática que es ignorada.

Somos muchas - somos-muchas-andrea-murcia
Foto de Andrea Murcia / Instagram: @usagii_ko.

La imagen es un retrato con vida, cuando lo que se reclama es la muerte. El azul turquesa como fondo, una especie de cielo, a manera de un vuelo y desde lo alto los árboles inmóviles dejan su huella como el rastro de que estuvieron presentes, como fieles testigos de la soledad de una mujer que carga con distintas cruces en su espalda.

Un letrero para los que no entienden la demanda, la injusticia y el dolor de quien carga un montón de preguntas a cuestas y un dolor que les penetra la vida.

¿Pero qué cree? 10 mujeres asesinadas a diario, suman una cantidad de 3 mil 650 mujeres por año y el señor que viste de color oscuro, con un cubrebocas y lentes de sol, representa a la sociedad de un país como el nuestro.

La sociedad que, si no se ve afectada, no actúa, no voltea, no atiende y se sigue de largo. Nos hemos vuelto tolerantes a lo ajeno, es decir, se aprende a vivir con ello y eso, es un ejemplo claro de que algo está mal.

Andrea retrata una escena, insisto, como si fuera una vista aérea de lo que somos y lo que nos pasa día tras día.

Las sombras de los árboles y sus ramas, colocan a esta mujer que ha ido a pararse allí en la calle en memoria de las víctimas de feminicidio, por las hijas, las madres, las hermanas, las nietas, las primas, las amigas, las conocidas, las novias, las esposas, las hijas, las hijastras, las m u j e r e s.

Andrea forma parte de las nuevas generaciones de fotoperiodistas que están tomando sus cámaras y sin importar la “grilla” del gremio masculino, sale segura de hacer su trabajo y de rescatar todas las voces posibles para hacer eco.

Las mujeres nos estamos cansando, y el hacer fotografía con el grado estético y el impacto periodístico nos colocan en otro eslabón. Ya no somos las que cubren cultura o espectáculos, sino las que cubrimos “la de ocho” o nos llevamos los premios, y eso está bien.

Enhorabuena para las fotoperiodistas que han decidido hacer su trabajo y dejar de lado sus prejuicios, frenos y limitantes. Muchas han salido de su zona de confort para retarse y retratar lo que hoy en día urge ser difundido.

Sí, el que somos muchas que salimos con miedo y que exigimos leyes que se cumplan, un código de castigo real, un respaldo a la familia que pierde todo y una sentencia a la bestialidad.

Por Laura Garza 

Comunicadora, fotógrafa, editora y columnista

Twitter: @lauragarza