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En la frontera las gasolinas tienen precios reales, los automovilistas se pasan al otro lado si está muy cara.

No puede tener otro calificativo más que aberrante el uso de los muy escasos recursos públicos para pagar un enorme subsidio a los que consumimos gasolinas en este país. Sin embargo, no puede ser suavecito el adjetivo que se lleve el que ahora usen esos combustibles como elemento de recaudación ante la baja en los ingresos petroleros.

Ya estamos en el camino de la corrección de este precio por decreto hacia un mercado de oferta y demanda. Pero estos años que faltan para que gocemos de las bajas y nos aguantemos en las alzas de los combustibles serán de aumentos oficiales de al menos el nivel inflacionario esperado.

¿Cuánto ha crecido la demanda de gasolinas en México? Bueno, si se lo preguntamos a la persona que supuestamente es la responsable desde la Subsecretaria de Hidrocarburos de la Secretaría de Energía, María de Lourdes Melgar, resulta que no tiene ni las más remota idea.

Y justo cuando vemos el nivel de desconocimiento que tiene la autoridad responsable podemos entender mejor que estos energéticos se manejan desde la Secretaría de Hacienda. Pregúntele por ejemplo algún tema de consumo o precios del sector petrolero al subsecretario Miguel Messmacher y le va a dar una auténtica cátedra del tema. Es la diferencia entre expertos de servicio de carrera y los puestos de designación política.

Se consumen como 800,000 barriles diarios de gasolinas y la mitad hoy se importa de Estados Unidos, donde un litro cuesta menos de 9 pesos.

El precio está fijado con criterios fiscales y políticos, ésa es una de las grandes ventajas que daba un monopolio. Petróleos Mexicanos no puede vender el crudo mexicano en el exterior al precio que se le dé la gana, porque hay competencia. Ya lo intentó este país en los 70 y los mercados mandaron al diablo el petróleo mexicano.

Pero el que quiera gasolina, o cruza alguna frontera o le paga al gobierno lo que pide por su combustible. Por eso es que en la frontera norte las gasolinas sí tienen precios reales, porque allá los automovilistas si se pasan del otro lado sí les imponen un precio tan absurdamente caro como el que hoy existe en el resto del país.

Con la baja en la estimación del precio del petróleo se pierden en el papel algo más de 8,000 millones de pesos; sin embargo, la factura se traspasa a los consumidores de gasolinas que pagarán precios muy por arriba de los costos reales.

La buena noticia es que se acabará con ese absurdo de distraer recursos públicos que tanto le faltan al gasto social para subsidiar las gasolinas. La estimación inicial era usar 9,300 millones de pesos para ese perverso fin, con la modificación del precio del petróleo ahora las gasolinas servirán como un instrumento recaudador de casi 6,000 millones de pesos. Lo que implica que al final del día el gobierno sale ganando con la baja en la estimación del precio del petróleo.