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No parece haber espontaneidad, mucho menos casualidad, en los lances de algunos representantes empresariales respecto a la conveniencia de mejor salir de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), antes que aceptar las condiciones de Donald Trump.

Podríamos estar viviendo las horas previas a algún anuncio importante por parte de México respecto al acuerdo comercial trilateral. Y si no es así, tal parecería que nos preparan para ello.

El secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, estuvo esta semana en Estados Unidos en una visita que puede ser de rutina, para expresar personalmente en La Casa Blanca las condolencias del gobierno mexicano por la masacre de Las Vegas y para mostrar en persona el apoyo a los dreamers de Nueva York.

O bien pudo ser una reunión definitoria con los más altos mandos del equipo cercano al presidente Donald Trump y una posterior reunión de acercamiento y explicación entre los financieros de Wall Street de lo que ocurriría a México sin TLCAN.

Quedó claro después de la tercera ronda de negociaciones del TLCAN en Canadá que los temas más complicados estarían por llegar durante el cuarto encuentro de Washington que inicia el próximo jueves.

Está claro que la postura de Donald Trump, que repiten los representantes comerciales, es irreductible y que este personaje no aceptaría otra cosa que no fuera un trato preferencial en el acuerdo que mantiene con México y Canadá.

Si en estas horas previas al cuarto encuentro renegociador mexicanos y canadienses pueden corroborar que Estados Unidos no moverá su postura intransigente y que por el contrario busca ponerla sobre la mesa con alguna estridencia, es entonces probable que lo que ahora vemos es la preparación del terreno para dar la noticia de que México se levanta de la mesa de negociaciones.

Esto no implicaría que nuestro país abandonará el acuerdo comercial. Romper negociaciones no termina en automático con el acuerdo comercial, pero incumple una de las condiciones del gobierno de Trump para seguir en el TLCAN.

Si en esas horas posteriores al rompimiento de las pláticas no se logra concretar un mecanismo de reparación del diálogo, lo que seguiría por obligación es el anuncio del gobierno de Estados Unidos del inicio del procedimiento para abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Tanto México como Canadá deben ser firmes en dejar claro que no pueden aceptar imposiciones de una contraparte que está ubicada al mismo nivel que los demás. Por lo tanto ante la imposición no habría nada más que negociar.

Lo cierto es que el primer impacto tras un rompimiento de la renegociación y la posterior salida de Estados Unidos del TLCAN se notaría en los mercados financieros, muy en especial en la paridad cambiaria.

Después en la propia actividad del comercio exterior, en los indicadores industriales y en las lecturas de crecimiento económico.

Por eso es que si notamos un aumento en las reflexiones de los funcionarios públicos, los empresarios, los analistas y los medios en torno a la tranquilidad que hay que tener si se rompe el TLCAN, apúntelo como un indicio.

Como sea, si al final lo inevitable es la salida de Estados Unidos del acuerdo trilateral, lo que el actual gobierno quisiera ganar es tiempo para que sus mecanismos de control de daños alcancen a superar la crisis inicial, a que los mercados se tranquilicen y a explicar que somos víctimas del populismo de Donald Trump. Todo a tiempo para el 2018.