Elecciones 2024
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Nadie cumplió con la palabra empeñada. El coordinador de panistas en el Senado de la República, Mauricio Kuri González, había adelantado el respaldo de su bancada a la planilla impulsada por Ricardo Monreal para la nueva mesa directiva. Pero la junta previa del segundo año de sesiones de la LXIV Legislatura del Congreso de la Unión arranca sin acuerdos.

Sin socializar el orden del día de la sesión, Martí Batres iniciará —a las 13:00 horas del sábado 31 de agosto— su última jornada como presidente de la Mesa Directiva de la Cámara Alta… y permitirá que la legisladora panista Martha Cecilia Márquez Alvarado ocupe el asiento a su lado, para desplegar su peculiar propuesta —“Presupuesto ya para salud en todo México”, reza la lona—, que no cesará hasta una hora después.

Mientras, una docena de senadores —fuera del programa, desde sus escaños— agotará una ronda de intervenciones para reconocer al presidente saliente, quien trató durante dos semanas de vencer a la mayoría, con el respaldo velado de facciones panistas, priistas, pesistas y petistas, además de sus leales.

Monreal tuvo que intervenir para cesar con ese burdo boicot y Márquez Alvarado accedió a retirarse, con la promesa de que el Senado llamará a comparecer al secretario de Salud, Jorge Alcocer, para que explique la persistencia del desabasto de vacunas y tratamientos terapéuticos que afecta a los hospitales públicos que atienden a infantes.

“No era necesario esto porque siempre hemos estado dispuestos a platicar y a dialogar. Entiendo las razones, las respeto, pero creo que hoy deberíamos de estar muy unidos en torno a que una presidenta después de décadas va a presidir la Cámara de Senadores, y no lo merecía ella, ni el Senado”, reprochó el coordinador de la mayoría morenista en la Cámara Alta. La elección de Mónica Fernández Balboa quedó legitimada por 110 de 113 votos posibles.

“Nadie debe sorprenderse cuando aquí brote el disenso y la confrontación, ello es parte de la democracia y lo anormal sería que no ocurrieran”, dijo la nueva presidenta de la mesa directiva, ya en funciones.

“Por el contrario, la búsqueda de coincidencias y acuerdos a partir de las diferencias y las oposiciones enriquece a las instituciones parlamentarias. Cada uno de nosotros puede hacer la diferencia entre excluir e incluir, entre dialogar e imponer, entre creer o desconfiar, entre sumar o restar. Pero sólo juntos podemos reconstruir la confianza de la ciudadanía en la participación política y en las instituciones”.

Los batricios —ellos se asumen como “los puros”— ejercieron su legítimo derecho al pataleo y zanjaron dos semanas de golpeteos… para dar paso a otra batalla campal, en San Lázaro, donde la ruptura ocurrió sin mayores sorpresas, aunque con mayor estridencia de lo esperado.

A las 17:24 horas del sábado 31 inició la sesión preparatoria en San Lázaro, con 288 diputados presentes en el salón de plenos. De inmediato, Porfirio Muñoz Ledo ordenó presentar la propuesta de la Junta de Coordinación Política para integrar la nueva mesa directiva y abrió la votación, sin conceder la palabra a Xavier Azuara y Juan Carlos Romero Hicks.

Cerrado el tablero electrónico, se registraron 169 votos a favor y cinco abstenciones. “No hay mayoría calificada”, cantó la secretaria, Claudia Julieta Macías Rábago. El coordinador de la bancada blanquiazul exigía usar la tribuna y Muñoz Ledo lo negaba, hasta que no hiciera la declaratoria oficial.

“Vamos a entrar en los próximos días en una circunstancia muy visible y todos tenemos que aportar para una solución”, clamó, mientras sus compañeros lo acompañaban, en una toma simbólica de la tribuna, con pancartas que reprochaban a Morena no incumplir los acuerdos suscritos hace un año, para dejar la Presidencia de la mesa a un panista.

“La pluralidad es una divisa, no es un mal tolerado. Acción Nacional pide respeto a la democracia, a la legalidad y a la pluralidad… Hoy lamentablemente Morena no cumplió, no cumple la ley y no cumple el acuerdo político. Es lamentable”.

Habían pasado apenas 20 minutos del inicio de la sesión preparatoria. “Eeeeeeespurio”, reclamaban unos legisladores panistas. “Usen un diccionario más rico… se suplica revisen su lista de adjetivos porque sólo tienen uno”, ironizó Muñoz Ledo, quien continuará al frente de la Mesa Directiva hasta el día 5 de septiembre del 2019.

Victoria pírrica del veterano de 1,000 batallas parlamentarias. Y es que en cualquier escenario Morena requiere la mayoría calificada. El PRI se integra a su bloque o una de las minibancadas se ausentará para confirmar su reelección.

En la cuarta transformación, las interpelaciones son un viejo recuerdo. Y las tomas de tribuna —ayer, en la sesión de apertura del periodo ordinario, un puñado de legisladores panistas sostuvo una manta con la leyenda “Democracia, sí. Autoritarismo, no” durante casi tres horas—, fueron apenas un débil gesto de la molestia de una minoría avasallada por una mayoría que se canibaliza, en su eterna disputa por los espacios de poder.

Sin debate y sin liderazgos de peso, el Congreso de la Unión asemeja más a un estadio de futbol que a la casa de todos los mexicanos. El Congreso convertido en la selva, por culpa de los “ambiciosos vulgares” que censuró AMLO en la víspera. Porfirio Muñoz Ledo, con el control del micrófono, arremetió sin descanso contra los “vociferantes”. Ésos que coreaban “Eeeeeeespurio”.

“Hay quienes creen que con gritos se acallan las ideas”, sentenció.

EFECTOS SECUNDARIOS

POLÍTICA MIGRATORIA. El gobierno de México rechazó tajantemente convertirse en tercer país seguro y, fiel a su tradición diplomática, acogerá a los migrantes ilegales que buscan llegar a Estados Unidos para cumplir con el sueño americano. Las caravanas migrantes cesaron; en Piedras Negras y Tijuana están alojados más de 20,000 migrantes. Y en Tapachula, la Guardia Nacional ha tenido que intervenir —a petición del Instituto Nacional de Migración y el gobierno de Chiapas— para contener las protestas en la estación migratoria de aquellos que exigen a las autoridades certificados que obliguen a los migrantes a ser admitidos en Estados Unidos. El gobierno guatemalteco, en cambio, aceptó firmar el acuerdo de cooperación que permitirá a Estados Unidos deportar a los migrantes a Guatemala para que soliciten asilo u otro tipo de protección en ese país. Ambas acciones evidencian la decisión de los gobiernos del hemisferio de desincentivar la inmigración ilegal, combatir el contrabando de migrantes y reducir la trata de personas.