Elecciones 2024
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Sabido es que nuestro país no se caracteriza por haber dado al mundo grandes inventores. En parte por los bajos presupuestos gubernamentales para ciencia y tecnología y otro tanto porque la mujer mexicana a cualquier propuesta de su novio, cónyugue o amante, por lo general contesta: Ay Esteban, no inventes.

Sin embargo, creo en la capacidad de inventiva y en el ingenio del mexicano, que con dos alambritos se roba del alumbrado público toda la energía eléctrica que consume su puesto callejero o su casa. Creo en la creatividad y sensibilidad de los mexicanos que han destacado en el mundo como cineastas, músicos, actores, cantantes, pintores y escritores.

También sé que uno de los grandes males del país es la proclividad de nuestros políticos hacia la mentira. Es la mentira y su pariente cercana, la simulación, las que engendran la corrupción y es la corrupción, largamente sostenida y tramposamente incrementada, la que ha propiciado que nuestro país esté a punto del estallido.

Considerando lo hasta aquí expuesto es que quiero hacer una invitación a uno o varios compatriotas que tengan cierta habilidad natural para la invención, si tienen estudios de cibernética o una especialidad en nanotecnología será mejor. No es necesario que tengan buena presentación.

Se trata de inventar un detector de mentiras muy especial. Si usted, amable lector, se pregunta si estoy familiarizado con lo que es un detector de mentiras, le diré que estoy casado con uno.

Los detectores de mentiras también son conocidos como máquinas de la verdad o polígrafos. El que yo propongo que se fabrique llevaría este último nombre, porque se complementaría muy bien con una de las características que considero indispensable que tenga el precitado aparato, que es su portabilidad, y con los sujetos que propongo como usuarios del mismo: los políticos.

Y así, aquél o aquellos a los que les guste mi idea -se las brindo sin cobrar un centavo de royalties- elaborarían Poligrafos Portátiles Para Políticos, que serían fácilmente identificables en el mercado como 4P. Ahora mismo se me ocurre que también podría fabricarse una línea especial llamada 5P: Polígrafos Portátiles Para Políticos Pendejos.

Implementación

Antes de describir someramente cómo sería el funcionamiento del 4P y del 5P les contaré a los lectores el momento en que, como Arquímedes en la bañera, dije: ¡Eureka!

Escuchaba yo en la radio el noticiero conducido por Denise Maerker al otro día del acontecimiento que ha detonado el descontento nacional que estamos viviendo: el asesinato y desaparición de los normalistas en Iguala, Guerrero. La periodista entrevistó al todavía alcalde José Luis Abarca, quien le aseguró que él no dio ninguna orden para que se actuara en contra de los estudiantes de Ayotzinapa, que él se encontraba con su esposa en una fiesta del DIF municipal donde había tocado el grupo musical Luz de San Marcos, por cierto -así dijo- él había bailado dos rondas o tandas -no puedo precisar la palabra exacta que utilizó. (Por ese motivo, mi columna del siguiente día se tituló: “¿Y el alcalde? Baile y baile”).

Luego sintonicé el noticiero de Joaquín López Dóriga, justo en el momento en que entrevistaba al susodicho Abarca, quien declaraba no haberse percatado de ningún ataque contra los normalistas. Para entonces ya la fiesta del DIF la había convertido en ceremonia y ya no dijo que bailó -algún asesor le dijo: “no seas güey no digas que te estabas divirtiendo”.Al escucharlo me dije a mi mismo: ¡Qué mentiroso es este cabrón!

También cambió la versión del baile por la de que se había ido temprano a su casa y en el camino sus hijos le había dicho que tenían hambre y los llevó a una taquería. ¿Cuántos hijos tiene? -le preguntó Joaquín. Tres -contestó- dos nenas y un varón. Cuando dijo varón, no sé por qué lo califiqué como un gran simulador, un hombre de apariencia común que utiliza un lenguaje afectado para fingir lo que no es.

Fue en ese momento cuando una idea invadió mi cerebro -uno de mis íntimos enemigos dice que al invadirlo ésta dijo: “¡Dios mío! Qué sola estoy”. La cuestión es que empecé a cavilar la fabricación de un detector de mentiras del tamaño y la forma de una pulsera que por ley todo político al hacer uso de la palabra tiene la obligación de traer puesto. El polígrafo transmite inalámbricamente una señal a un receptor-bocina que emite un ruido, parecido a los bips con los que absurdamente tratan de tapar las groserías de las películas en la tele. De antemano sé que si los bips sustituyen las mentiras sólo van a quedar los puntos y las comas de los discursos.

Para que fuera obligatorio el uso del 4P y del 5P tendríamos que hacer una consulta popular y para que la Suprema Corte nos apruebe la misma, en la formulación de la pregunta a consultar tendríamos que decir que el costo de los aparatos va por cuenta de los políticos para que los Ministros no argumenten que es contraria al Artículo 35 de la Constitución en virtud de que repercute en los egresos del Estado.

Por último, el P4 y el P5 serán idénticos en sus funciones. Sólo variará el precio: el P5 costará 30% más. Así, si algún político lo compra no quedará duda de que es pendejo.