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La respuesta del mercado al plan de rescate de Petróleos Mexicanos (Pemex) llegó desde el momento mismo en que se presentaba la estrategia y el peso perdía frente al dólar, además, claro, de las reacciones posteriores de bancos y expertos.

Y es que los mercados esperaban mucho más que la explicación un tanto enredada del director de finanzas de Pemex, Alberto Vázquez.

Los fuegos artificiales retóricos sirven muy bien con la clientela política. En su momento convirtieron la fallida estrategia de cortar las importaciones de gasolina y petróleo ligero y cerrar los ductos en una victoria antihuachicolera.

Pero en cuestión de números de la empresa petrolera más endeudada del mundo, se espera mucho más que culpar al neoliberalismo y a los gobiernos de la mafia del poder.

No hay duda de que el presidente Andrés Manuel López Obrador recibió una bomba de tiempo y debería buscar responsabilidades legales de los funcionarios que dejaron a Pemex en esa condición, pero tampoco puede negar que conocía la condición de Pemex y que sus planes de gasto sexenal para esta empresa, con todo y la innecesaria refinería en Tabasco, resultan contraproducentes para la salud financiera de la petrolera.

Los funcionarios de Pemex dejan ver una vez más por qué les fue tan mal en su viaje a Nueva York. Realmente parecen rebasados por la realidad de una empresa que requiere de expertos con alta especialidad y no neófitos en la materia.

Y el presidente lo sabe. Está tan consiente del riesgo que implica un mal desenlace en el manejo de la deuda de Pemex que durante la conferencia no se cansó de decir, junto con el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Carlos Urzúa, que el gobierno federal se comprometía a tomar las medidas adicionales que fueran necesarias.

Incluso durante la presentación del esquema de rescate, ahí donde se detallaban los miles de millones de pesos que recibirá la empresa, nunca dejó de aparecer un cintillo donde se leía claramente: “El gobierno de México, a través de la SHCP, se compromete a tomar medidas adicionales, de ser requeridas”.

Bueno, pues ante el evidente rechazo por parte de los mercados del plan de rescate llegó la hora ver si es verdad que están dispuestos a lo que sea para rescatar a Pemex.

El primer anuncio necesario sería la cancelación del absurdo plan de construir una refinería en Dos Bocas, Tabasco, y reprogramar las inversiones de Pemex hacia el negocio central de exploración y explotación de petróleo en coinversión con la iniciativa privada.

Inmediatamente después, debería llegar el planteamiento presidencial de encargar los delicados asuntos del petróleo y sus finanzas a los verdaderamente expertos. Reubicar a los amigos en otros puestos y nombrar a quien tenga la capacidad de sacar adelante a la empresa.

Después se necesita que las cantidades cuadren con la realidad del boquete de Pemex. En el mercado se estimaban entre dos y tres veces los montos anunciados para sobrellevar la empresa.

Y claro, todo esto acompañado de una explicación convincente sobre el origen de los recursos. Porque quedan dudas si con el plan de austeridad y con una más intensa fiscalización será suficiente para cubrir todos sus compromisos de gasto asistencial y de paso rescatar a Pemex, sin recurrir a endeudamiento adicional.

Así que, hacer lo que sea necesario va mucho más allá de la retórica de decir que el actual gobierno sí tiene calidad moral y por lo tanto lo van a lograr. Lo que el mercado quiere es simplemente que las cifras cuadren.