El presidente Andrés Manuel López Obrador debió ya recibir la vacuna contra la Covid-19. No por ser un adulto mayor, porque esos tienen fecha específica para recibirla, no por haber sufrido dos ataques cardíacos y por lo tanto ser población altamente vulnerable, esos no tendrán trato especial, a pesar de su delicada condición de salud
El presidente Andrés Manuel López Obrador debió ya recibir la vacuna contra la Covid-19. No por ser un adulto mayor, porque esos tienen fecha específica para recibirla, no por haber sufrido dos ataques cardíacos y por lo tanto ser población altamente vulnerable, esos no tendrán trato especial, a pesar de su delicada condición de salud.
Simplemente, López Obrador debió ya ser vacunado porque es el Presidente de México y una complicación por Covid-19 del primer mandatario, ante sus múltiples condiciones de riesgo, pone en peligro la estabilidad de todo el país.
Pero no, es aquí donde la opacidad y el populismo se encargan de poner un lastre en algo tan sencillo y lógico.
Es muy probable que a estas alturas López Obrador ya haya recibido alguna de las vacunas disponibles en el mercado, él y no pocos cercanos. Puede ser que haya sido de los primeros en recibir la dosis de la insaculación de Pfizer y que incluso esté por recibir la segunda dosis. O bien que hayan decidido aplicarle la vacuna china de CanSino Biologics en la fase tres de las pruebas que se llevan a cabo en México.
Y si ya se vacunó, no lo sabremos porque lo habrá hecho en lo oscurito, en total secreto y opacidad, porque es ahí donde les traiciona esa vena de querer aparentar lo que no son.
López Obrador, que tanto avienta la investidura presidencial, hasta para no reunirse con los gobernadores de 10 estados del país, quiere aparentar que se pone en la fila de los ciudadanos comunes y que esperará hasta febrero para que como persona de la tercera edad le toque entonces la vacuna.
Esas actitudes opacas y populistas no sólo afectan potencialmente la salud del jefe del Ejecutivo, trastocan toda la vida económica y social.
No puede quedar en manos de un gobierno que se conduce de esa manera el manejo de la trasparencia de la vida pública. Pero, otra vez, la opacidad y el populismo hacen que la 4T quiera presentar a sus no pocos feligreses que es un gasto innecesario sostener un órgano autónomo que obligue a las entidades de gobierno a dar información a los ciudadanos que lo soliciten.
Hay un indicador económico que debería ser básico para entender el nivel de desconfianza que ha sembrado este gobierno y prever que la recuperación económica será lenta y mediocre.
El Indicador Mensual de Inversión Fija Bruta refleja los gastos en maquinaria y equipo y en construcción. Cómo crecer si no se invierte. Y en este país desde octubre del 2018, justo cuando se anunció la cancelación arbitraria de la construcción del aeropuerto de Texcoco, la inversión ha caído de manera sistemática.
Es uno de esos indicadores que no sucumbieron sólo ante la pandemia, sino que reflejan la desconfianza en esa discrecionalidad con la que se incumplen los contratos, se violan las leyes y se asignan de manera directa y opaca las compras públicas.
La vacuna es la luz al final del túnel de la pandemia. Y, contra el populismo y la opacidad de la 4T, ¿qué?