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La OPEP tiene reunión este viernes 
y la expectativa es que mantenga alto el bombeo de crudo.

Esta semana, que ya va a la mitad, es una de las que más señales concentra para seguir adelantando vísperas de lo que habrá de hacer la Reserva Federal de Estados Unidos los próximos 15 y 16 de este mes.

Hoy mismo, además de la publicación de indicadores tan importantes como el Beige Book, los mercados esperan las palabras de la presidenta de la Fed, Janet Yellen, ante el Club Económico de Washington.

Ya saben que de lo que se trata es de pescar cualquier palabra fuera de lugar, cualquier señal subliminal o un guiño que adelante qué harán dentro de dos semanas.

Mañana hay reunión de política monetaria del Banco Central Europeo y lo que ahí determinen también es importante para el futuro de las tasas en Estados Unidos, porque siempre será un riesgo para la economía más importante del planeta ir en sentido contrario de lo que hacen las otras potencias financieras.

Y el viernes llegan los datos del comportamiento del empleo, previo reporte de solicitudes de desempleo del jueves, donde la expectativa es que el mercado laboral estadounidense se mantenga robusto en la creación de plazas aunque no se mueva la tasa de desempleo, actualmente en 5 por ciento.

Hasta ahí se ve cargada la nube de información que servirá para alimentar las especulaciones que preocupan a los mercados sobre el futuro de las tasas de interés en Estados Unidos. Pero hay en el radar otra formación de tormenta a la que no parece que se le preste mucha atención por ahora entre los inversionistas.

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) tiene reunión este viernes y la expectativa es que prive la desorganización al interior de este club de productores de crudo y se mantengan las altas tasas de bombeo que mantengan los precios de los hidrocarburos bajos por mucho tiempo más.

Sin embargo, ya hay una advertencia de Arabia Saudita de buscar ponerle fin a la inundación del oro negro y si bien entre sus socios no hay mucho músculo para influir en los mercados, no es posible descartar que encontrará en productores externos a la OPEP, como Rusia, algún apetito por darle una pequeña vueltecita a la llave de suministro de energéticos.

Sólo eventos catastróficos pudieran cambiar la suerte del mercado petrolero en estos momentos, pero un acuerdo entre productores podría ponerle un piso donde pudiera iniciar un rebote del precio en el futuro.

La demanda no mejorará, menos con China creciendo menos de 7%, pero la oferta puede limitarse y generar efectos financieros, incluso más que efectos de mercado.

Si se logra un guiño entre petroleros, puede presionar los precios de las gasolinas. Eso se nota de inmediato en la economía de Estados Unidos, que tiene una inflación en cero gracias a los energéticos.

Esa sería una razón inflacionaria, no de crecimiento, que apuntalaría un aumento de la tasa de interés de la Fed. Y sobre todo, que podría condicionar la velocidad de aumento de las tasas, que es de hecho la siguiente gran preocupación para el 2016.