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Ayer por la mañana, Janet Yellen, presidenta del Consejo de la Reserva Federal (Fed), cumplió el primero de dos días de comparecencia ante el Congreso de Estados Unidos para presentar el reporte semianual de la Fed sobre política monetaria. El testimonio era especialmente relevante para los mercados por la altísima dependencia que han desarrollado a las medidas extraordinarias de política monetaria impulsadas por la Fed.

En concreto, el mercado esperaba que Yellen comunicara una postura más dovish en cuanto a la trayectoria de alzas en la tasa de interés de referencia. Vale la pena recordar que en diciembre la Fed realizó su primer aumento en la tasa de referencia en casi una década y el Comité de Mercado Abierto planteó una trayectoria que incluía cuatro posibles incrementos en el 2016.

Sin embargo, el turbulento inicio de año en los mercados detonado por la incertidumbre sobre el crecimiento económico a nivel global —en especial en China— y la continua caída en el precio del petróleo y otras materias primas ha generado una divergencia significativa entre la guía de la Fed y lo esperado por el mercado en cuanto a la tasa de referencia. El mercado anticipa cuando mucho dos incrementos, mientras que la Fed no ha modificado oficialmente su guía de cuatro incrementos.

Aunque en la más reciente decisión de política monetaria a finales de enero la Fed flexibilizó un poco su lenguaje y dejó la puerta abierta a modificar su postura con base en el desempeño de la economía, el mercado se decepcionó, ya que esperaba un lenguaje más concreto. En este sentido, esta comparecencia era vista por el mercado como una nueva oportunidad para que la Fed reconociera el deterioro en el balance de riesgos y que de alguna manera expresara una visión más parecida a la del mercado en cuanto a la trayectoria futura de los incrementos en la tasa de referencia.

Sin embargo, Janet Yellen fue muy cuidadosa con su testimonio y mantuvo las cartas muy cercanas a su pecho. Por un lado, Yellen reconoció explícitamente que las condiciones financieras a nivel global se han deteriorado y que esto podría tener un impacto sobre el crecimiento en Estados Unidos. En concreto, apuntó a la incertidumbre sobre el grado de desaceleración y el manejo de la política cambiaria en China como fuentes de volatilidad que aunadas a la continua caída en el precio de las materias primas ha creado una complicada situación para varias economías emergentes. Asimismo, reconoció que la fuerte apreciación del dólar podría amplificar cualquier medida restrictiva de política monetaria. Como hemos mencionado en este espacio, la Fed seguirá siendo rehén del dólar, ya que la fuerte apreciación ha tenido un impacto negativo sobre las exportaciones y las manufacturas y además ha sido deflacionario.

Sin embargo, a pesar de estos riesgos, Yellen destacó que la caída en los precios del crudo ha tenido un impacto positivo en el consumo y que aunque ha habido una reducción en la inversión y el empleo en los sectores relacionados con la industria energética, el ritmo de crecimiento del empleo ha sido muy robusto y los salarios reales han empezado a subir.

Como consecuencia, Yellen se abstuvo de revelar lo que esperaba el mercado: la aceptación de que las tasas no subirán tan rápido como la Fed anticipó en diciembre; sin embargo, Yellen destacó que la trayectoria de tasas será gradual, que no está predefinida y que dependerá de la evolución de los datos económicos de manera que ésta sea consistente con los objetivos de inflación y pleno empleo. En este sentido, creemos que la Fed tendrá que eventualmente revisar su trayectoria y subir las tasas cuando mucho dos veces en este 2016.