Elecciones 2024
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Si la “mafia del poder” tuvo un big bang, éste ocurrió hace poco más de un cuarto de siglo, con el famoso pase de charola convocado por Miguel Alemán entre los hombres de negocios para financiar la campaña del abanderado tricolor a la presidencia.

La primera referencia a la inaudita cena ofrecida por Roberto Hernández, uno de los dueños de Banamex, a la dirigencia priista y a los empresarios más ricos de este país, en la casa de don Antonio Ortiz Mena, apareció en las páginas de esta sección y fue reconocida con el Premio Nacional de Periodismo, cuyo jurado calificador —presidido por Alberto Domingo, de la revista Siempre!— reconoció el trabajo de Francisco de Barradas, quien logró ganar la noticia a las fuentes de Presidencia y del PRI.

La meta de los organizadores era sumar 26 millones de pesos —uno por cada asistente— y apenas si vio que el presidente Carlos Salinas de Gortari llegaba a la cena, el mandamás de Televisa, Emilio Azcárraga Milmo, ofreció 25 millones de su bolsa. En noviembre de 1993, Luis Donaldo Colosio sería destapado como el candidato del PRI y para esquivar sospechas sobre el origen del financiamiento de su campaña, integraría a su equipo a un financiero sin mácula.

“En política tenía mala puntería… aunque buena estrella”, decía Óscar Espinosa Villarreal de sí mismo en aquellos años. En la sucesión de 1988, había jugado abiertamente a favor de Alfredo del Mazo González, y pudo transitar durante el salinismo gracias a Gustavo Petriccoli y Pedro Aspe.

En acatamiento a instrucciones superiores, el mexiquense propondría crear la Comisión Nacional de Financiamiento y células empresariales por todo el país para vincular al sector productivo con las actividades partidistas, en el ánimo de conseguir un espacio entre los colosistas. Pero el candidato lo nombró secretario de Finanzas del CEN priista, con la petición de que diera todas las facilidades a Ernesto Zedillo Ponce de León, recién llegado de coordinador general de la campaña.

“Se trataba de un candidato muy redondo, a quien, sin embargo, le tocó enfrentar varias circunstancias adversas”, se lee en el libro de memorias de Espinosa Villarreal, recientemente publicado por Miguel Ángel Porrúa. “Varios equipos operaban paralelamente, sin coordinación… los colosistas veían con recelo el trabajo de Zedillo e incluso dudaban de su eficacia. Además, había un tercer grupo, constituido por la estructura corporativa del partido… Todo esto sumado a la sombra que el activismo excesivo que Manuel Camacho proyectaba”.

El 23 de marzo de 1994, Espinosa Villarreal acompañó a Colosio en el vuelo que los trasladó de Culiacán a La Paz. “Por fin este cabrón de Manuel se hará a un lado”, recuerda a la distancia “es hora de recobrar fuerza y mirar hacia adelante”. Un par de días más adelante, en Hermosillo, el candidato acudiría a “la más grande de las reuniones” de la campaña con empresarios. En Tijuana, la noche funesta del magnicidio, lo esperaban a cenar en la casa del magnate Carlos Bustamante.

En estos días, la memoralia colosista se ha acrecentado. Muchas versiones coinciden: el candidato haría un ajuste al equipo. Algunos dicen que Zedillo sería relevado. Otros, que saldrían Alfonso Durazo, entonces su secretario particular, y Liébano Sáenz, su vocero.

Transcurridos 25 años del magnicidio en Lomas Taurinas, persiste la suspicacia entre quienes nunca validaron la hipótesis del asesino solitario. El expediente del caso fue desclasificado por el INAI y entregado a investigadores de México Unido contra la Corrupción; no obstante, Andrés Manuel López Obrador estableció, hace una semana, que “no hay que agotar ninguna posibilidad de investigación y no cerrar el caso”.

Las investigaciones sobre el asesinato de Colosio estuvieron a cargo de cuatro fiscales especiales; el último fue Luis Raúl González Pérez, actual presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. “Esa es la única verdad que tiene certeza, lo demás sale sobrando”, refiere un excolaborador del abanderado presidencial priista y exfuncionario del gabinete de Carlos Salinas de Gortari.

“A todos nos llamó a declarar y acudimos a rendir testimonio. Ahora, honestamente, nadie tiene mucho que aportar”, suelta, cuando se le pide hacer una evocación de aquellas semanas dramáticas.

Su hartazgo está justificado. En las últimas semanas se han acumulado “mentiras y sandeces” propaladas por colosistas, intelectuales y periodistas que presumen de intimidad con el político sonorense. Y han emergido ficciones —la serie de Netflix, “inspirada en hechos reales”—, que a su juicio distorsionarán aún más la verdad sobre el último priista memorable. “Ante tantas falacias, lo mejor es guardar silencio y dejar descansar en paz a Donaldo”.

Espinosa Villarreal nunca tuvo dudas de que Zedillo iría como candidato sustituto, tras de la improbable nominación de Aspe. Los detalles que recuerda de este pasaje —y otros más relevantes, incluida su persecución en el sexenio de AMLO como jefe de Gobierno— están disponibles en sus memorias. “Sé muy bien que habré de remover aguas que ya parecían haberse asentado y también, que muchos quisieran que las cosas tan sólo quedaran allí”. A unos y otros ofrece la posibilidad de debatir públicamente sobre sus afirmaciones.

EFECTOS SECUNDARIOS

IMPACTADOS. Dentro de 72 horas, los inversionistas de Constellation Brands serán informados sobre el cumplimiento de objetivos operativos y financieros que la administración de la empresa estableció para el año fiscal 2019. Su amplia cartera de vinos y bebidas espirituosas no ha generado más ventas, a pesar de las campañas de mercadotecnia y publicidad, pero la exitosa comercialización del portafolio de Modelo y Corona abre un espacio para el optimismo. Y la decisión del presidente López Obrador de enviar una “comisión de expertos” para dictaminar sobre los recursos hídricos en Mexicali, donde se construyó una planta cervecera de última generación, no ayudará mucho en la mejora de las perspectivas. La compañía afirma que obtuvo los permisos municipales y estatales y ha solicitado formalmente un “espacio de diálogo” con las autoridades federales. Sobre todo, “respetar las garantías y la certidumbre que el Estado mexicano debe conferir a un proyecto privado que ha cumplido a cabalidad con lo que dicta la ley”.