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La población de Taxco, Guerrero, ha sido famosa en el mundo por la producción de plata y la creatividad de sus orfebres. También por el fervor con el que sus habitantes celebran la Semana Santa desde 1598. Se trata de una devoción mística y dramática de penitentes encapuchados, los llamados ‘encruzados’; hombres descubiertos del torso, con una saya de luto de la cintura a los pies descalzos, que con un pesado fardo de varas con espinas sobre sus espaldas custodian y acompañan al Cristo del Santo Encierro, en la Procesión del Silencio del Viernes Santo.

Pero esta semana mayor la noticia no está ni en los “encruzados”, ni en los orfebres de renombre. Desgraciadamente, la nota que aterró al país entero es un síntoma de una sociedad descompuesta; una manifestación de un gobierno impune y sin cabeza que nunca debió de haber existido.

Trataré de compendiar lo sucedido a partir del pasado miércoles 27, cuando a la una de la tarde, Camila de ocho años, le pidió permiso a su mamá para ir a nadar en la alberca inflable que habían instalado en la casa de una vecina de nombre Ana Rosa Díaz. Dos horas más tarde la mamá de Camila fue por su hija. Para su sorpresa Ana Rosa le dijo que la niña nunca había estado en esa casa.

Extrañada, la mamá de Camila, la buscó por el rumbo. En plena búsqueda, la familia recibió una llamada telefónica donde le informaron que Camila estaba secuestrada y querían 250,000 pesos por el rescate. Vecinos, solidarios, les facilitaron a los familiares de la presunta secuestrada, grabaciones de sus cámaras de vigilancia. A través del video se pudieron percatar que Camila sí llegó a la casa de Ana Rosa, entró y nunca más se le vio salir. Por el contrario hacía las 14:00 horas la susodicha salió de su casa. Cargaba una canasta con ropa. Detrás de ella un hombre llevaba una bolsa negra que se veía pesada. Los esperaba un taxi. El hombre metió la bolsa negra en la cajuela del vehículo, al cual ambos subieron.

Con tales pruebas, la familia de Camila dio aviso a las autoridades, las cuales emitieron la ficha de la menor.

La localización del taxista, José “N”, amante de Ana Rosa, permitió que éste revelara en dónde se encontraba el cuerpo inerte de Camila. A partir de ese momento familiares y amigos esperaron con ansiedad que las autoridades emitieran la orden de aprehensión en contra de Ana Rosa y su presunto cómplice. Durante la madrugada del miércoles para el jueves la orden de aprehensión no salió.

Vecinos y demás pobladores que conocieron la historia de Camila, se juntaron, cada vez en mayor cantidad, afuera de la casa de la señora Ana Rosa, esperando la acción de la justicia por medio de la orden de aprehensión que rebasado el medio día del jueves no existía.

Llegó la tarde, no así la orden de aprehensión. La multitud enardecida, no esperó más y acometió la vivienda donde se resguardaba Ana Rosa, acompañada de sus hijos Alfredo y Axel de 21 y 18 años de edad. En los videos que circulan en las redes sociales, puede verse cómo la turbamulta subió al techo de la vivienda, arrancó las láminas y sacó a los presuntos ejecutores de Camila. El linchamiento fue espantoso. La golpiza duró casi una hora. Ana Rosa murió. Sus hijos fueron gravemente heridos.

Uno se pregunta: ¿Cómo es posible que haya monstruos capaces de asesinar a una niña de 8 años? ¿Hasta dónde llegará el hartazgo social que genera que el pueblo se haga justicia, con crueldad y sin piedad, por propia mano?

¿Y la gobernadora? ¿A quién le va a tocar renunciar ahora? ¿De dónde viene la fuerza de Salgado Macedonio para que su hija siga ahí? ¿Cuánto o qué les dio a quiénes o qué le sabe a quién? Guerrero tierra sin ley.