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En México, muchos pierden con el conflicto de Ucrania, pero hay alguien que seguro gana: Pemex. Desde que empezó a escalar la tensión en ese país, el barril de Mezcla mexicana ha subido un poco más de 12 dólares. Esto produce importantes ganancias adicionales en sus actividades exportadoras. Podemos hacer una cuenta rápida. La plataforma de exportación son 950,000 barriles diarios. Esto implica 84 millones de dólares al día, de los cuales 11 millones 400,000 dólares diarios son un extra relacionado con las alzas que han provocado las maniobras militares ordenadas por Putin.

Tenemos los máximos precios del petróleo desde el 2014. Esto es una excelente noticia para la petrolera mexicana y para casi todas las petroleras del mundo. Estas han aumentado su precio en Bolsa de manera importante. ExxonMobil sube 19%, Shell 18.37% y el SPAC argentino-mexicano Vista Oil avanza 9.87 por ciento. La inyección de vitalidad a Pemex podría haber sido mayor, pero no ha sido así por la situación de debilidad extrema en la que se encuentra.

Dos aspectos destacan en la mala situación: Su abultada deuda, herencia de pésimas administraciones anteriores entre las que destaca la ordeña perpetrada por Lozoya y su banda. Sus pésimos números de operación, en los que hay herencia, pero también incompetencia de la administración actual, que encabeza Octavio Romero. Este agrónomo es una persona de toda la confianza del presidente y aspirante natural a la gubernatura de Tabasco, pero no es un ejecutivo capacitado para dar la vuelta a una empresa en crisis.

La producción de petróleo de Petróleos Mexicanos no ha podido alcanzar las metas que se fijó. A estas alturas, de acuerdo al plan dado a conocer al principio del sexenio, debería estar en los 2 millones 320,000 barriles diarios. Con trabajos, alcanza los 1.7 millones.

¿Qué hará Pemex con los ingresos adicionales? Mucho depende de lo que dure la crisis que produce altos precios. Necesita mejorar su situación financiera y reducir su deuda, pero también debe hacer algo para incrementar su eficiencia en exploración, producción y refinación. Algo que no puede hacer es despilfarrar recursos que vienen de ingresos extraordinarios. No hay permiso para soñar. Es la empresa petrolera más endeudada del mundo. En calidad de empresa que adeuda más de 100,000 millones de dólares le toca vivir la otra cara del boom que generan los altos precios del petróleo: el alza en las tasas de interés que provoca la escalada inflacionaria. Cada punto porcentual que suben las tasas, son un poco más de 1,000 millones de dólares adicionales en el servicio de la deuda de Pemex, por año. Estas alzas de todos modos ocurrirán, pero ¿Pemex podrá afrontarlas sin un riesgo importante de perdida de grado de inversión en su calificación crediticia? Es una gran cosa. Lastima que necesite una guerra para enderezar sus cuentas.

¿Lo que es bueno para Pemex es bueno para México? Las circunstancias en lo que ocurre “lo bueno” para Pemex cuentan mucho. Este episodio de bonanza para nuestra petrolera no tiene que ver con eficiencias de ella, ni con corrección de sus problemas estructurales. Recuerden lo que acaba de pasar en el sindicato petrolero. Los ingresos adicionales se generan por un conflicto que no puede alegrar a nadie. La guerra en Europa es un riesgo real, pero también es previsible un deterioro de las instituciones internacionales, aún en el caso de que la guerra no ocurra. Eso no ofrece muchas oportunidades para alimentar el optimismo: está la crisis humanitaria que puede producirse, pero también el descarrilamiento al proceso de recuperación económica mundial. La incertidumbre que el año pasado trajo el Covid-19 abre paso a una nueva incertidumbre, que también traerá disrupciones en las cadenas de abastecimiento.

Las alzas de precios del petróleo y gas natural van acompañadas por incrementos en productos clave: cereales, como el trigo y maíz, además de repunte en metales como el aluminio. ¿De verdad que son solo cuatro los jinetes del apocalipsis?