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Mayor crecimiento, con inflación y con un terrible lastre gubernamental. Así es como los analistas que consultó el Banco de México ven el panorama del país a estas alturas del año.

Hay dos gráficas que muestran un cambio radical en la opinión de los 35 grupos de análisis y consultoría económica, nacionales y extranjeros, que habitualmente consulta el banco central mexicano.

El primer cambio muy notable en los pronósticos está en la expectativa inflacionaria para este año. Apenas al cierre del 2020 esperaban un aumento del índice de inflación general de 3.50% para todo el 2021 y ahora, en la más reciente encuesta de mayo pasado, ya estiman un aumento de precios acumulado de 5.15 por ciento.

Y el otro gran cambio en la opinión, a la luz de los primeros resultados del año, se dio en el comportamiento de la economía de Estados Unidos. Estos expertos esperaban al cierre del año pasado una expansión del Producto Interno Bruto (PIB) estadounidense de 3.75% y en la más reciente encuesta ya estiman un crecimiento de 6.40 por ciento.

Evidentemente que el PIB mexicano, atado a la suerte de la economía estadounidense, también ha recibido un impulso en las expectativas de crecimiento. Este mismo grupo de analistas esperaba un crecimiento económico de México de 3.44% en diciembre pasado y en la consulta recién publicada por el Banco de México ya estiman una mediana en sus expectativas de 5.15% de rebote del PIB.

Una recuperación más acelerada de la economía mexicana, como efecto secundario del impresionante comportamiento esperado de Estados Unidos y con la inflación como compañía en este proceso.

Pero la encuesta incluye también un apartado subjetivo donde los analistas enumeran las calamidades, que muchas veces tienen que ver más con el comportamiento de las autoridades que con los efectos económicos o pandémicos.

Los expertos ya sólo atribuyen 3% de los lastres que podrían obstaculizar el crecimiento de México a factores externos, ese que suele ser uno de los pretextos favoritos de los gobiernos. El otro 97% de las dificultades para crecer son internas y la mayoría ni siquiera son ingredientes económico-financieros.

Cuando preguntan qué tanto daño puede hacer la polarización y la centralización que se ejerce cada mañana desde Palacio Nacional, ahí está la respuesta de que 50% de los factores que podrían obstaculizar el crecimiento económico de México tienen que ver con la gobernanza.

Y en primerísimo lugar está la incertidumbre política interna, que tiene que ver con ese ambiente adverso generado por la 4T y potenciado en estos tiempos electorales. Y que promete agravarse en la etapa postelectoral.

La falta de certeza en materia política abona a que aumente la incertidumbre sobre la situación económica interna, que es la segunda respuesta de más influencia en este cuestionario. Le siguen la debilidad del mercado interno y la falta de seguridad pública.

Así, la economía mexicana que está en esta fase de despegue, atada a la suerte de la economía estadounidense, con ese componente que hay que seguir de la inflación, va cargando unas piedras enormes cortesía de la manera de gobernar a este país que flaco favor le hacen a las expectativas de que el mercado interno se pueda realmente recuperar.