Elecciones 2024
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Todos vimos la fotografía de Andrés Manuel López Obrador, presidente de nuestro país, que circuló el sábado por la mañana tras el evento al que acudió para supervisar, de manera simbólica la autopista Cardel-Poza Rica, tramo Paso Largo en el estado de Veracruz.

Apareció la imagen de un presidente totalmente opuesto a la que tenemos de él diariamente, en donde confronta y es dueño absoluto de sus ruedas de prensa

En Poza Rica se topó en un territorio que específicamente no era suyo, aunque su egocentrismo marcaría que a donde fuera, él impondría su propio yo. Todo esto es mejor conocido como el orden público o la territorialidad dentro de la comunicación no verbal.

Ahora, cuando vemos una imagen como esta, de manera automática todos solemos ver el rostro para identificar e identificarnos con las emociones del otro, pocas veces bajamos la mirada para observar el cuerpo completo.

Pocas personas detienen la mirada de manera meticulosa para leer los ademanes, y eso no quiere decir que sea fácil y a primera vista reinterpretar todos los mensajes y/o emociones que pudieran decirnos los gestos, pero si nos diéramos un poco de tiempo comenzaríamos a armar un rompecabezas de información.

Todos tenemos nuestro propio estilo de reaccionar ante situaciones, a unos se nos nota más que a otros, por cómo cambiamos la mirada, fruncimos el ceño, nos encorvamos, o nos volvemos lo contrario y hasta engreídos podemos resultar ser.

Si bien la postura que tanto nos dejó perplejos a quienes la vimos el sábado, no es porque sea un emblema con el que todos nos reconozcamos o que sea claro, sino que vimos a un López Obrador totalmente antagónico como lo vemos diariamente en sus espacios mañaneros.

El movimiento corporal que vamos adoptando según nuestro discurso o nuestras actividades, va esclareciendo lo que también estamos recibiendo de información externa, es decir, no basta con que estemos seguros de lo que vamos a decir e incluso nos sintamos confiados en lo que vamos a hacer, puesto que si hay alguien o algún elemento fuera de nosotros que nos distraiga o nos provoque un malestar o distracción, es cuando todo nos puede cambiar.

La cinesis o kinésica, se refiere al estudio de los movimientos corporales, y entre ellos las posturas que vamos adaptando en nuestros distintos encuentros, tanto cuando hablamos como cuando escuchamos.

Es decir que cuando vemos al presidente López Obrador sentado con las piernas encontradas, con las rodillas juntas, el cuerpo encorvado, las manos entrelazadas, su mirada perdida y su rostro de molestia, también nos habla de que lo que escuchaba en ese momento no le permitía expresar lo que en realidad estaba queriendo decir.

Se dice que los gestos van notándose más cuando una persona tiene más dificultad para expresar lo que quiere decir, y si quiere concentrarse aún más para poder escuchar o incluso en sus propios pensamientos y/o emociones también se intensifica su gesticulación.

Sin duda, hay profesionales en la manera de comunicarse que saben controlar cualquier tipo de incomodidad o inquietud en eventos públicos, pero hay otros que no, como lo es Andrés Manuel.

Las manos y lo que hacemos con ellas pueden emitir rápidamente mensajes no verbales, y en esta ocasión el que las tenga apretadas entre sí reflejan su tensión.

Su estilo personal, su manera de comunicar siempre en solitario, teniendo el control absoluto del discurso y de su entorno, lo coloca en eventos como este de fin de semana, en una especie de vulnerabilidad y de descontrol, que no le gusta.

Sus brazos colocados cubriéndose el abdomen, lo ponen a la defensiva y cerrado a lo que escucha y lo que mira.

Está incómodo y no hay manera de que diga lo contrario. Sobre todo, cuando de lunes a viernes aparece en su conferencia de prensa mañanera con una postura totalmente opuesta, cual ejemplo que pongo también en este espacio.

El Palacio Nacional es un escenario que con los ojos cerrados ya coordina, lo maneja, lo conoce y se sabe rey y mandamás de lo que suceda allí dentro. Nadie tiene la palabra mas que él, a excepción que él la ceda.

Allí sonríe, se mofa, critica y sus posturas no son estáticas, porque su contexto es otro. Bien dicen los expertos, que las posturas no solo son una clave sobre el carácter de la persona, sino una expresión de su actitud.

El presidente en Poza Rica, no estaba cómodo y no fue la más adecuada cuando a su lado estaban sentados el gobernador Cuitláhuac García Jiménez y el secretario de Comunicaciones y Transportes (SCT), Jorge Arganis Díaz Leal.

En todas partes hay reglas y maneras de comportarse, y siendo el presidente debería de tener claro que siempre habrá ojos que lo estén mirando y cámaras que lo fotografíen, justo así podría controlar aún más lo que vemos y sobre todo, lo que vamos completando en nuestro propio rompecabezas como ciudadanos, de un presidente emocional, impulsivo y a veces hasta berrinchudo con lo que no le gusta.

Es lo que se ve.

López vs Obrador - amlo21-copy
Andrés Manuel López Obrador, presidente de México. (Archivo)