Elecciones 2024
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La Ciudad de México, un lugar tan grande y con tanta gente, que el tiempo a veces parece que se queda congelado en el pasado y por otras ocasiones, puedes atestiguar las tendencias que el futuro traerá.

Desde mis primeros viajes al antiguo DF, por ahí de la secundaria cuando mis mejores amigas me invitaban a pasar las vacaciones eran para mi como ver una película del pasado. Esos edificios viejos sobre Insurgentes, la cantidad de autos viejitos como el vocho , o los cuadrados de la Nissan, si no me equivoco era un NRV y aparte de todo la prima de mi amiga nos movía en un Nissan Sunny, una coche innovador con la parte trasera como en triángulo.

Las mujeres de la familia de mi amiga se peinaban con copetes grandes, el pelo esponjado y recuerdo el interior del departamento con muchos colores y para mi era como estar en los 70´s u 80´s.

Cada viaje era descubrir una nueva zona, nuevas costumbres, la opa que usaban las adolescentes aquí y la que usábamos en Guadalajara. En realidad, el DF siempre fue un viaje divertido.

Hasta que el trabajo me fue trayendo y decidí mudarme, fue que comprobé que hay muchas zonas de la ciudad, con su gente incluida en que pareciera que viven en los 80´s. Su manera de vestir, de peinar, los autos, las casas, todo. Es lo mágico de esta urbe, que en su multitud prevalecen los estilos individuales que han dejado de ser cuestionados.

Una ciudad de temblores, de sustos, de temores, de asaltos, de cenizas, de grilla, de marchas, de gritos, de desenfrene y sin tiempo para le descanso.

Hoy en nuestro mágico 19 de septiembre, vivimos otro susto, de esos que nos hacen temblar la piel por los recuerdos, los dolores, los olores y los sonidos que guardamos en nuestra memoria. Los que vivimos el del 2017 y quienes sobrevivieron al de 1985.

La maravillosa fotografía que hoy capta Sashenka Gutiérrez, una de nuestras mejores fotoperiodistas mexicanas es una joya del tiempo y del estilo capitalino.

Podría decirles que la foto la pudiéramos ubicar en cualquier año, 80`s 90`s o los 2000. Una pareja se detiene a la mitad de una calle tras evacuar el lugar en donde estaban al sentir el temblor de los 7.7 grados que en pleno 19 de septiembre, a todos nos sacudió.

El hombre con un peinado casi de crepé, sus lentes, los colores ocres, su camisa tipo polo de algodón viejita y abotonado hasta el cuello, su chamarra de cuero (muy de la capital), su pantalón con pinzas, su cinturón y en su mano un periódico enrollado.

Ella también con colores cafés, una chamarra estilo blazer porque tiene un cierre dorado a la vista, su bolsa morral de frente para evitar cualquier asalto, su cabello semi rojizo y peinado con ondas.

Si no fuera por el celular que ella trae en la mano, esta foto podría estar ubicada en cualquiera de los sismos que ha resentido esta ciudad.

En el fondo, las personas que aparecen no portan nada en particular que los ubique en 2022. Es la Ciudad de México, una metrópoli donde el tiempo juega a congelarse, donde se mezcla quien compra el periódico en el puesto de la esquina, con los jóvenes que nunca han comprado uno. En donde la chamarra de cuero es sinónimo de elegancia para los grandes y para los jóvenes, una prenda en desuso.

Pero todos con el mismo miedo cuando se siente que la tierra se bambolea, cuando crujen las paredes y cuando recordamos los edificios caídos, a los que murieron y el terror de poder ser nosotros los que nos perdamos entre los escombros.

Aquí no pasa el tiempo, porque sigue temblando, se sigue viviendo con ese miedo y en su mayoría, somos los que ya tenemos historias que reviven con el sonido estremecedor de la alerta sísmica.

La eterna Ciudad de México - 999736186c8a6e71cf1bed16dcfd33ab1508d87bw-1024x682
Foto: EFE/Sashenka Gutiérrez