Si la elección federal es un referendo sobre el Presidente, se esperaría que los resultados a nivel estatal vayan por cuerdas separadas
En menos de una semana conoceremos el resultado de las elecciones.
Con tantos puestos en juego podrán contarse muchas historias, pero en lo que respecta a la elección federal, la interpretación dependerá fundamentalmente de tres interrogantes. La primera se refiere a la incidencia de la aprobación presidencial en los votos para Morena y sus aliados.
En el pasado reciente, la popularidad del presidente no ha sido suficiente para que el partido en el poder mantenga su presencia en elecciones intermedias. Ahí están los casos de Vicente Fox y de Felipe Calderón, quienes, a pesar de tener un acuerdo cercano a 60 por ciento al momento de la votación, perdieron, cada uno, más de 50 diputados. Habrá que ver qué rendimientos ofrece un apoyo más “sólido”.
Las encuestas de Consulta muestran que el “acuerdo” para López Obrador representa 70 por ciento de su apoyo, mientras que el “acuerdo en parte”, tan solo 29 por ciento. Calderón, a estas alturas, reportaba una proporción de 45 por ciento (“acuerdo”) por 54 por ciento (“acuerdo en parte”). Otra de las cuestiones tiene que ver con la alianza opositora.
En su momento, la unión del PRD con el PAN tuvo cierto éxito frente al PRI en elecciones estatales; sin embargo, ahora es el PRI el que se suma a esos partidos. El PRI ¿le suma o le resta a esa alianza? Me parece que la respuesta dependerá de la fuerza predominante: el rechazo de las bases de cada partido al resto de los aliados o el sentimiento anti-López Obrador. Y, finalmente, habrá que ver el voto cruzado entre las elecciones estatales y la federal. No existe un precedente que permita responder esta incógnita, pero igual que en las dos anteriores, dependerá del peso del mandatario en la elección.
Si la elección federal es un referendo sobre el Presidente, se esperaría que los resultados a nivel estatal vayan por cuerdas separadas. Si el dominio es local y jala al voto federal, efectivamente la historia será muy distinta. Al final, en los tres horizontes hay un elemento común y se apellida López Obrador. La noche del 6 de junio confirmaremos si su ascendencia sobre los electores es tan decisiva como la que tiene en el debate público y en la opinión publicada.