En la oscuridad de las tomas de las cámaras de video de las calles en donde golpearon a Tyre y el brincoteo de la cámara de uno de los policías montada en su uniforme, no alcanzamos a verlos de esta manera. En la calla eran hombres “poderosos”, en la foto son asesinos con nombre y apellido
Cuando comienzas a estudiar fotografía, seas quien seas, a la edad que seas y en cualquier estado de nuestro hermoso país, siempre se te ocurrirá ir al centro de tu ciudad y querrás fotografiar a las mujeres indígenas que están afuera de las iglesias y todas se voltearán de golpe, para después saber que ellas creen que al fotografiarlas les robas una parte del alma.
Creencias, historias, rumores, leyendas y un poquito de verdad, que conforme pasa el tiempo entiendes que la fotografía no roba el alma, pero si te traes contigo una parte de esa persona desconocida a tu vida.
Capturas la mirada de ella o de él, de ese momento, bajo esas circunstancias y en el lugar donde los encontraste. Nunca te apropias, pero sí la traes contigo por un tiempo y después sueles olvidarlas.
A excepción que la mirada no la olvides nunca, que eso suele sucedernos a los fotógrafos cuando aprendemos a hacer los mejores retratos, esos que se hacen solos por la mirada del personaje frente a nuestro lente.
Es verdad que a través de la mirada podemos adentrarnos en la vida de las personas, y en temas de psicología suelen ser analizados para describir su personalidad.
En las fotos oficiales que nos toman, estas como las de pasaporte o algún trámite legal, no solemos poner ningún tipo de barrera. Sabiendo que el encuadre es completamente cerrado, miramos al lente con una especie de animadversión y sin ningún tipo de empatía, porque sabemos que quien da click, ni nos ve, no se detiene a observar, solo dispara de manera automática.
Pero ese tipo de fotos se tornan más interesantes cuando a quienes se fotografía es a delincuentes, a asesinos, a personas peligrosas, o no, que terminan ingresando a la cárcel. A estas se les llama foto de prontuario o de ficha policial.
Las cinco fotos de los cinco policías afroamericanos que arrestaron a Tyre Nichols en Memphis y que lo golpearon sin pudor hasta matarlo, son para analizarlas.
En un breve resumen, Tyre iba manejando su auto y estaba muy cerca de llegar a casa a cenar con su familia, al llegar a un alto la policía le hizo la señal de que había cometido algún tipo de infracción (acto que no hubo) y le abrieron la puerta del auto y lo sacaron, como suelen ser los gringos, violentamente y lo acorralaron en el piso. Golpes, toques de electricidad y más golpes.
Cuando podría parecer un acto de racismo, resulta que los cinco policías eran afroamericanos también. Tyre fue hospitalizado, pero murió a causa de la tremenda golpiza.
Tadarrius, Desmond, Demetrius, Emmit y Justin son los nombres de los rostros que usted ve en las imágenes. El abuso de poder en cada uno de ellos, las miradas directas sabiéndose culpables y autores de un crimen. Solo Desmond, calvo y con camisa negra pareciera desconocer un poco el por qué está allí, la posición de sus cejas, sus ojos sorprendidos, su cabeza ligeramente inclinada y pareciera que sus labios no están del todo cerrados.
Los otros cuatro, lo saben, tienen claro lo que hicieron, sus labios completamente pegados, mostrando su tensión y su rechazo “absurdo” de querer explicar sus razones de por qué actuaron de esa manera.
Fotos que describen quiénes son, en dónde están y cuál es su posición y en países como Estados Unidos, también el color de piel importa.
En la oscuridad de las tomas de las cámaras de video de las calles en donde golpearon a Tyre y el brincoteo de la cámara de uno de los policías montada en su uniforme, no alcanzamos a verlos de esta manera. En la calla eran hombres “poderosos”, en la foto son asesinos con nombre y apellido.
Eso también se ve en la foto.