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Y la Señora, Majestad del Cielo, quiso mostrarse al pueblo bueno en lo más bajo, en lo más humilde de la tierra: el suelo de una vivienda en el municipio de Nezahualcóyotl, en el Estado de México.

Sucedió hace diez años cuando Lizbeth Cruz Naveda, sufrió de oclusión intestinal y le rezó a la Virgen de Guadalupe con todas sus fuerzas y con tal fe, que no sólo se curó sino que la imagen de la guadalupana apareció en una de las losetas del piso de su casa.

Todo milagro requiere de fe. No es fácil creer lo que no se puede explicar. ¿Cómo fue que, de un día para otro, apareció la imagen? Yo, modestia aparte, elaboré una teoría racional de lo ocurrido: Durante su enfermedad, Lizbeth, no barrió ni trapeó el piso de su casa. Me imagino que agobiada por su mal se sentía débil y desganada. Pero creo que en cuanto se sintió aliviada, además de agradecerle a la Virgen,  realizó las actividades denominadas “el quehacer de la casa”,  con un gusto y una energía como no lo hiciera antes. Por primera vez, desde que lo instalaron, ella se fijó en lo limpio que le iba quedando el piso. Fue así que descubrió, fijándose muy bien, que entre las irregulares y diversas figuras que cada loseta circunscribe, una destacaba porque en ella se percibía la imagen de la Patrona de México.

La figura descubierta por Lizbeth no es igual al modelo iconográfico renacentista que se plasmó en el ayate de Juan Diego hace 447 años. En el Nezahualcóyotl, del siglo XXI, la  Patroncita, Señora y Niña, quiso manifestarse con una imagen más acorde con el México actual. La Virgen de la loseta, como ya se le empieza a decir, parece estar pintada por el artista surrealista Joan Miró.

Durante diez años, Lizbeth y su familia no le dijeron a nadie de la milagrosa aparición. Tal vez, digo yo, para no lucrar con el milagro ya que alguna compañía de detergentes les podría comprar la exclusiva para anunciar: “Limpiador de Pisos La Virgen, hace de cualquier loseta un altar”. O, “Milagroso, deja los pisos virginales”. Además, por hablar de losetas, así sin escribir la palabra, hace diez años, podrían haberlos relacionado con el peligroso cártel del crimen organizado.

Fue la mamá de Lizbeth, Angélina Naveda Aguilar, la que consultó a un sacerdote para saber si la imagen plasmada en el piso de su casa, en la estancia, según se entra a mano derecha, tenía validez religiosa. Un sacerdote de la Iglesia de San Juanito de los Lagos, ubicada en la misma colonia, visitó a la Virgen aparecida. Cuentan que se arrodilló, besó la figura de la loseta y le recomendó a la familia que no movieran la imagen pues ella, dijo, “quiere estar ahí”. ¿En qué momento la Virgen le manifestó al señor cura su deseo de inmovilidad? Nadie lo sabe. Me atrevo a suponer que el padrecito pensó que si la familia quitara la loseta milagrosa quedaría un hueco en el piso de la estancia que causaría mala impresión a las visitas. Tampoco quiso recomendarles sustituir la loseta de la Virgen por otra al considerar que conseguir una igual era difícil y si pusieran una parecida el piso se vería parchado.

Hoy, Lizbeth Cruz Naveda, de 32 años de edad, le reza a la Virgen de la loseta para que le haga el milagro de curar a su mamá de un cáncer terminal. Aprovechó el reportaje para pedirle al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador que todas las casa-hogar atiendan bien a los niños.

No sé cuántas casa-hogar o casas-hogar dependan del Ejecutivo ahora que el Sistema de Desarrollo Integral para la Familia (DIF) fue incorporado a la Secretaría de Salud. Si éstas existen ojalá y no les suceda lo mismo que, al parecer, sucederá con el Centro Integral de Salud Mental (CISAME) institución que desde hace 15 años, atiende diariamente a 500 personas -niñas, niños, adolescentes y adultos mayores que reciben terapias y atención médica para el tratamiento del autismo, el déficit de atención, el síndrome de Asperger y la depresión- y que a partir del 31 de enero se quedó sin presupuesto. Le pido a la Virgen de la loseta que haga el milagro y el gobierno de San Andrés Manuel recapacite y dé marcha atrás de esta absurda medida.

Lizbeth tiene el deseo que el papa Francisco venga a ver su virgencita, cosa por demás complicada, sobre todo ahora que el Sumo Pontífice está enfrentando el problema que, “viene de lejos”, de los abusos que algunos curas y obispos hacen a las monjas.

Al hablar sobre el tema, el pontífice lamentó el maltrato a las mujeres; dijo que está comprometido a detener el abuso y que está trabajando para buscar soluciones con la suspensión de clérigos y de alguna congregación religiosa femenina.

Yo me pregunto: ¿Por qué la alta jerarquía de la Iglesia no ve como solución a todos los problemas relacionados con el sexo la abolición del celibato de monjas y sacerdotes? Habrá que pedírselo a la Virgen de la loseta.

La narración que usted leyó está basada en un reportaje de Hilda Escalona, publicado el día de ayer en La Prensa. La nota periodística y la fotografía de la loseta con la supuesta figura de la virgen, se localizan en:  www.la-prensa.com.mx/policia/389059