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Los grandes planes exportadores de este gobierno pasan por venderle a Estados Unidos su programa para sembrar árboles en Centroamérica y con eso frenar la migración.

Así que, con esa visión se ve difícil que la 4T tenga una estrategia para devaluar al peso y así sacarles provecho a las exportaciones.

Al contrario, la moneda mexicana se ha apreciado, no por méritos internos sino por la fortaleza de un dólar que representa a un país que hoy invierte cantidades difíciles de imaginar en su recuperación económica.

Pero, aun así, México ha sido incluido en la lista de vigilancia de su sistema cambiario del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.

Y a pesar de que la regla dice que la lupa se aplica a la relación peso-dólar, la realidad es que la Comisión de Cambios no tiene ningún reclamo de Janet Yellen, la tesorera estadounidense, ni de su equipo. Al contrario, el Departamento del Tesoro alaba la actuación del Banco de México en la pandemia.

México está en esa lista por el superávit comercial que mantiene con Estados Unidos y por el notable aumento en el superávit de su cuenta corriente.

Lo que hace notar el gobierno de Estados Unidos es la realidad de una economía mexicana acurrucada en la dinámica de las exportaciones y dormida en la toma de decisiones internas que dinamicen el consumo interno.

Es, al final de cuentas, una manera de reclamar a México que obtiene la ventaja de aumentar sus exportaciones y no alienta una recuperación del mercado interno, lo que influye en que no se incrementen las importaciones.

El Departamento del Tesoro hace notar lo que los mexicanos padecimos en carne propia. Este gobierno dejó a su suerte a los agentes económicos, no hubo planes contracíclicos que permitieran a muchas personas y empresas sobrevivir a la crisis. Esto aumento la pobreza y, para fines de interés de aquel país, disminuyó los posibles consumidores de sus productos.

Hoy, Estados Unidos va a vigilar el mercado cambiario mexicano porque la 4T destina recursos fiscales para tratar de reforzar el dominio de las empresas estatales que están instaladas en el terreno de las pérdidas y agota los recursos públicos.

Y, obviamente, si el dinero se va al barril sin fondo de Pemex y la CFE son recursos que se dejan de aplicar en programas sociales y de infraestructura útiles para el desarrollo. Y de paso, hacen notar esa política de austeridad que acaba por afectar más el crecimiento interno en México.

Esta inscripción de México en esa lista de vigilancia está muy lejos de ser un llamado de atención al peso mexicano, que es de hecho una de las monedas emergentes de mayor circulación en el mundo y con reglas de libre mercado que han tardado años en perfeccionarse.

Es una alerta a las políticas públicas mexicanas que acaban por afectar los intereses de Estados Unidos. Si la recuperación mexicana depende de las exportaciones y se abandona al mercado interno, evidentemente que no le salen las cuentas a un país que invierte millones de millones de dólares en su recuperación.