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Por extensión del concepto de recesión económica, el líder del think tank internacional Eurasia Group, Ian Bremmer, ha acuñado el concepto recesión geopolítica: un momento de las relaciones internacionales en que, en lugar de converger, se separan las alianzas, las instituciones y los valores que las mantenían vinculadas (https://bit.ly/2rg9E8U).

Asistimos a lo que parece una era de desalineamiento y baja gobernabilidad global, en el horizonte de la retirada de Estados Unidos de sus responsabilidades como potencia mundial.

El fin de la era de la hegemonía estadunidense, agravada internamente por la ola aislacionista no solo de Donald Trump, sino de los impulsos profundos de la sociedad americana, deja al mundo sin un liderato de referencia, en medio de una crisis de paradigma civilizatorio deseable.

La política y la tecnología han pasado al puente de mando. Los tiempos en que los países centrales no presentaban riesgos de virajes o sorpresas políticas han quedado atrás.

Y lo que puede anticiparse en el ámbito tecnológico es, nada más y nada menos, que una nueva guerra fría entre China y Estados Unidos por el dominio global.

“China ha tomado su decisión”, dice Bremmer. “Beijing está construyendo un sistema aparte de tecnología china, con sus propias reglas, su propia infraestructura, y sus propias cadenas de proveedores, para competir con Occidente”.

Según Bremmer la recesión geopolítica en que estamos puede durar al menos una década y tiene dos grandes peligros:

1. Un acontecimiento de alto impacto en cualquiera de los escenarios de riesgo del mundo: el ascenso de China, la agitación en Medio Oriente, la Europa populista, la Rusia revanchista, los Estados Unidos divididos, los 72 millones de desplazados, los efectos desestabilizadores del cambio tecnológico y del cambio climático.

2. El colapso de las instituciones internacionales, de las Naciones Unidas a la Otan, a la Unión Europea.

La política ha tomado el mando en el mundo y no hay instituciones capaces de arbitrar sus giros impredecibles.

Por lo que hace a la tecnología, dice Bremmer, la pregunta es dónde quedará el nuevo Muro de Berlín, el lindero que dividirá el sistema tecnológico estadunidense, de lógica privada, y el sistema tecnológico chino, de lógica estatal.

Y quién ganará.